Siglo Nuevo

Los últimos hijos

Los mitos en torno a la plenitud de la paternidad

Los últimos hijos

Los últimos hijos

Redacción Siglo Nuevo

El escritor mexicano Antonio Ramos Revillas construye una historia en torno a la pérdida de un hijo y cómo este hecho lleva a los padres a intentar inútilmente, una y otra vez, resarcirla; el drama sirve de analogía sobre la búsqueda del regreso al origen de cada cosa.

Tiene Antonio Ramos Revillas un fondo de sonrisa en el que reposa la discreta satisfacción del escritor que una vez más ha entregado al mundo un mundo a veces olvidado: el que se construye en torno a las grandes preguntas palpitantes en los subterráneos del ser humano. Preguntas sin respuesta unilateral y por cuya causa nos convertimos en seres duales.

Los últimos hijos, novela coeditada por Almadía y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, tiene su eje en la idea de la imposibilidad de la recuperación, cuenta el escritor. Es la historia sobre el espejismo, acerca de la imagen de la figuración que nunca podemos alcanzar en la realidad porque no existe. Tal como no existe la paternidad mítica.

Alguna vez quiso escribir una novela pop con referencias musicales, pero no son mis temas, afirma convencido, y se entrega a la explicación de sí mismo. “Mi familia es evangélica, de niño iba a los servicios religiosos y como me aburría me ponía a leer la Biblia, es ahí donde están los grandes temas, y de ahí surgió el paralelismo bíblico de esta novela con la historia del Rey David y Betsabé que me llevó a escribir el Salmo de Betsabé, el salmo de todos los que pierden un hijo”.

LA PATERNIDAD COMO EXCUSA

Los últimos hijos tiene como tema central la paternidad, pero una que a lo largo de la narración entra en cuestionamiento primero a través del personaje central, Alberto, y al mismo tiempo por el lector. “Existen muchos mitos sobre la paternidad, que trae la mayor felicidad, esa idea de completud que sólo esta experiencia trae… pero los padres no quieren a sus hijos, no les cuentan historias, no les compran libros, aunque hablen sólo maravillas de ser padre, estoy seguro que en algún momento todos quieren lanzar lejos a sus hijos. Yo quería una novela dura, armar una idea de lo que es ser padre. De la sociedad, de lo que otros me cuentan y de mis propias preguntas sobre ser padre”.

En un momento de la historia, el personaje principal sentencia que todo es un reborn;Antonio Ramos Revillas asiente pensativo, busca en su memoria el pasaje y luego ahonda: “nunca llegamos a lo auténtico, nos mueve la pureza que nunca vamos a alcanzar pero nunca dejamos de perseguirla, yo soy más que un pesimista, un desencantado que intenta volver a la imagen pura de las cosas”.

UN ESPEJO PARA EL LECTOR

Es el tema de la reposición, cómo nunca se vuelve a lo original, es también la causa por la que seguimos leyendo. Cuando al leer algo se despierta en por primera vez el júbilo de la lectura, se sigue buscando repetir esa misma experiencia en todas las lecturas que vienen después, reponiendo lecturas para llegar a eso que ya nunca va a ser. De la misma manera Alberto quiere reponer al primer hijo, por eso construye y destruye dos hasta que llega al tercero que tendrá que destruir también.

Porque el primer bebé muere a causa del amor -cuesta trabajo entenderlo-, es a causa del demasiado amor, pero eso no existe, no puede existir el demasiado amor, y como no existe, como no podemos alcanzarlo, pues el bebé tampoco puede existir, esa paternidad no existe.

Hay una paternidad instintiva y por lo mismo salvaje expresada en Alberto, pero en su mujer, Irene, no existe una resonancia paralela. Las mujeres en la novela, contrario a lo que se cree, son las que están en control de sus sentimientos. La nana Amparo, Carolina, Irene, todas tienen esa característica, los hombres, por otro lado son el desmadre en ese sentido.

LA VENGANZA DE LA VIDA

A sus personajes no parece moverles ningún deseo ni ilusión, ¿qué es entonces lo que los provoca, aparte de las circunstancias? “La venganza”, dispara el autor, “la restitución de la hombría a partir de los hijos”. Hay una sed de venganza contra la vida misma. Él (Alberto) no es un personaje agradable, hace actos mucho más denigrantes que el robo. Pero ninguna de esas cosas lo hace una mala persona, lo que quiere es recuperar lo que perdió, pero luego se da cuenta que tampoco eso es lo que quiere, o que la reposición no le devuelve al hijo. “Fue una revelación darme cuenta que Alberto no quería ser padre, lo cual nos lleva a reafirmar que padres o no, somos iguales, queremos pero no queremos. O cuando lo obtenemos ya no es lo que queremos. Perseguimos muchas banderas y en un momento se nos oculta cuál buscábamos y por qué”.

Las atmósferas y los espacios son hogueras ardiendo sin parar, no cesa el calor ni el ahogo, hay toda una poética de los espacios. “Los trabajé muy detenidamente. Nos construimos hacia adentro, aislados del mundo, la conectividad nos aleja de la sociedad, nos evita la molestia de estar en sociedad, pero la necesitamos. A los personajes los espacios los ayudan a seguir encapsulados en su duelo y en su dolor. Por eso su casa es la última del vecindario, el coche es el espacio que más habitan, los lleva en su huida también. Y luego, cuando se refugian en el desierto, Alberto descubre los espacios abiertos, el paisaje, las grutas, y es justamente eso lo que termina por cansarlo y hacer que se decida a volver”.

UN PAISAJE AGRESTE

“De la atmósfera me interesan los aromas, la peste, una comunidad que vive de la peste, el aroma que dejan los delincuentes en la casa del matrimonio va a quedarse pegado a Alberto. Y por otro lado la acumulación, los delincuentes viven del despojo en la más amplia gama. En la casa de la nana Amparo ocurre lo mismo, el apilamiento de todo, el olor a polvo y a madera que nunca deja de quemarse”.

¿Es posible la redención de un personaje como Alberto? El autor responde así: “Cuando acepte su dolor y acepte que nada de lo que haga lo llevará a la recuperación de lo perdido, eso lo redime o así espero que sea”.

EL AUTOR

Antonio Ramos Revilla es uno de los escritores que a lo largo de su corta trayectoria ha mantenido una producción permanente y en diferentes géneros, su estilo fresco y el manejo del lenguaje que presenta en sus historias, lo han llevado a obtener reconocimientos como el Premio Nuevo León de Literatura 2003, el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri 2005 y el Premio Nacional de Literatura Salvador Gallardo Dávalos en 2007.

Egresado de la carrera de Letras Españolas de la UANL, Ramos ha obtenido también el Premio Regional Juan B. Tijerina y el Mano de Obra, así como las becas del FONCA y del Centro de Escritores de Nuevo León, del Centro Mexicano de Escritores, del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Algunos de sus relatos han sido traducidos al inglés, francés y polaco y han sido seleccionados en un par de antologías.

OBRAS (TABLA)

El Cantante de los Muertos

La Guardia de las Lechuzas

Mi abuelo el luchador

Los cazadores de pájaros

Dejaré esta calle

El norteño mágico

El Barco Maya

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Los últimos hijos

Clasificados

ID: 1167910

elsiglo.mx