Arturo Gilio II fue el último alternante de la tarde. (EL SIGLO DE TORREÓN/ AARÓN ARGUIJO)
Una destacada actuación logró el lagunero aspirante a novillero Arturo Gilio hijo, quien tuvo actividad el pasado sábado dentro de un festival taurino realizado en la localidad de Santa María del Río, San Luis Potosí, donde el juvenil espada torreonense puso su nombre en el cartel junto a los de otros matadores mexicanos que ya brillan en algunos de los escenarios más importantes del mundo.
El festival además tuvo una noble finalidad, pues todo lo recaudado en taquilla se donó a beneficio del sistema DIF de esa localidad potosína.
Se lidió ganado del hierro coahuilense de Santa Cruz, toros de buen juego aunque uno de ellos presentó un malestar físico evidente que le complicó la lidia a Arturo Saldívar, quien apenas hace unos días figuró en el cartel del séptimo aniversario del Coliseo Centenario.
Arturo Gilio II fue el último alternante de la tarde, y el alumno de la Academia de Cultura Taurina del Coliseo Centenario tuvo una destacada actuación con una faena llena de clase y entrega. Con el capote lució bastante bien toreando a la verónica, mientras que con la muleta realizó una faena inteligente a un novillo al que había que sacarle jugo de donde se pudiera, pues presentó complicaciones para dar buen juego al lagunero. Con la espada Gilio se puso pesado, pese a ello recibió una fuerte ovación por parte del respetable.
Abrió plaza Juan Pablo Sánchez, quien abrevió a la verónica y con la muleta inició con doblones, para después correr la mano por el derecho largo y templado para después en la segunda tanda templar algunos muletazos ante un toro de calidad. Dejó una estocada delantera y contraria para ser premiado con dos orejas. El segundo de la tarde correspondió al hidrocálido Arturo Saldívar, quien ejecutó a la verónica para después con la muleta pegar tandas por el derecho corriendo la mano. Ejecutó con maestría la suerte suprema para obtener como resultado también dos orejas.
El tercer espada fue el potosíno Fernando Labastida, quien tras un breve inicio con el capote, encontró con la muleta a un toro que mostró complicaciones, por lo que Labastida de inmediato entendió, metiéndose entre los pitones a fin de lograr sacarle tandas. Dejó una estocada de tres cuartos en buen sitio para cortar una oreja. El tlaxcalteca Sergio Flores no desentonó y demostró que el gran momento que vive no es obra de la casualidad, pues aunque inició su labor siendo breve a la verónica, con la muleta hizo una faena a su estilo, por momentos corriendo la mano con clase por el derecho. Puso la espada a la mitad desprendida, pero en el segundo viaje entera y contraria, pese a ello se le dio una oreja.
