El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, aseguró ayer que la lucha contra el racismo no ha terminado en su país.
El mandatario norteamericano dio un discurso en Selma, Alabama con motivo del 50 aniversario de la marcha pacífica por el derecho al sufragio de los afroamericanos, que fue un catalizador de la Ley de Derecho al Voto.
"Sabemos que la marcha no ha terminado", dijo Obama ante miles de personas en el puente Edmund Pettus, donde los activistas fueron duramente reprimidos por la Policía en 1965, episodio que pasó a la historia como "Bloody Sunday" ("Domingo Sangriento").
"Sólo tenemos que abrir nuestros ojos y oídos y el corazón, saber que la historia racial de esta nación todavía proyecta su larga sombra sobre nosotros", agregó.
El mandatario hizo referencia a casos como el de Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años que murió en agosto pasado tiroteado en una calle de Ferguson, Missouri, por un policía blanco, en un suceso que desató protestas y disturbios y que abrió el debate sobre el racismo policial.
Pero no sólo la población afroamericana ha sido víctima. En el último mes, tres mexicanos, uno de ellos duranguense, han muerto en distintas ciudades de los Estados Unidos a manos de policías locales.