El informe de Miguel Riquelme, del segundo año de su gobierno en Torreón, se realizó con el más clásico estilo priista, exhibiendo a un posible candidato a la gubernatura del Estado, permitiéndosele manifestaciones de poder y autoridad que incluyeron acarreo de militantes y periodistas de los principales medios de comunicación de Coahuila.
De ello emergió la primera pregunta: ¿quién y con qué pagó ese movimiento de masas?
Sin duda: los ciudadanos con sus impuestos, quienes sentimos la urgencia de contar con un gobierno que nos atienda adecuadamente, si no por encima de las demás entidades Coahuilenses, al menos en igualdad de oportunidades, legítima aspiración que no se ha llenado en los últimos sexenios y nos ha llevado al deterioro de calidad de vida social.
De ahí la socarrés de muchos, cuando identificamos los actos de proselitismo que hace el presidente municipal, hasta llegar a desatender sus responsabilidades municipales por asistir -comúnmente acompañando al gobernador- a actos políticos en el norte y centro de Coahuila. "Dejánse ver" dicen los políticos.
Sin ser una mala administración, la de Miguel tiene tintes negativos ante el ciudadano común y corriente, por su manifiesta entrega y obediencia a los intereses de particulares y del propio gobernador, crítica que se le hace repetidamente, aún sabiendo que para tener aspiraciones a la gubernatura del estado debe ser obediente y manso, otra mala tradición partidista. También considere al "hartazgo".
Siendo justos, debemos abonar a su esfuerzo por tener logros significativos para la vida social; entre ellos, la instalación del nuevo alumbrado público, que ha sido sometido al duro análisis de la oposición -a veces injusto- que ha generado dudas en relación a concesiones y contratos otorgados. El incumplimiento de los concesionarios, ha provocado graves deficiencias en el servicio, con frecuentes apagones y sombras en diferentes puntos de la ciudad por falla de lámparas o falta de las mismas.
El resultado es la opacidad al brillo del esfuerzo de instalar esa "luz propia". Además, tampoco ha sido aclarado si hay mala administración en la inversión.
Sus obras públicas han sido mejores y más atinadas que las de administraciones anteriores, aunque de nuevo, la oposición resalta la deficiencia y falta de profesionalismo de quienes las construyen; como bueno, destaca el complejo deportivo y Cultural La Jabonera, que acertadamente se orientó en la zona de mayor conflicto e inseguridad de Torreón; el estadio y Escuela de Beisbol Infantil de la Unidad Deportiva La Compresora, otro esfuerzo por aplicar recursos para recobrar espacios deportivos; el corredor ecológico urbano "Línea Verde", que beneficiará a 18 colonias del sur-oriente, aunque el parecer ya presenta deficiencias originadas en la mala planeación y ejecución; y el Metro-Parque del Río Nazas, útil para combatir el rezago de calidad de vida vecinal.
El Canal de la Perla es otro caso que deberá atender con sumo cuidado, evitando se transforme en fracaso al desorientar su función turística hacia lo comercial.
Otras obras, como el inicio de la segunda parte del citado parque del río, el comienzo de la construcción del paso superior Falcón y la creación de la Ciudad DIF, así como la construcción de otro Panteón Municipal, están a la observación meticulosa de ciudadanos y políticos. Las expectativas creadas, de no llenarse, serán factor de minusvalía de resultados.
El trabajo contra la inseguridad ha sido arduo; aunque ha disminuido la criminalidad en cuestión de asesinatos, se han acrecentado otros delitos, como los robos a casa-habitación.
Tratando de mejorar la seguridad con más equipo, patrullas, uniformes y guarniciones, -que se muestran a la ciudadanía como un acto de "relumbrón"- ha descuidado la atención a fondo del problema del servicio: reeducar a los policías en su intencionalidad y capacitación profesional. De nuevo, mal aconsejado, corre el riesgo de que se le revierta el esfuerzo transformándose en nuevo fracaso.
En la administración municipal hay verdadera área de oportunidad: las denuncias de cobros indebidos para fines partidistas es grave e insuficientemente aclarada y en su caso combatida y los costos de operación se han incrementado a pesar de promesas de disminución del gasto.
La falta de satisfacción en la aplicación de la transparencia administrativa sigue siendo grave, aún con anuncios de sistematización computacional, que deja insatisfechos a los consultantes.
La pérdida de control en emociones, reflejada en declaraciones desafortunadas del propio alcalde es caso aparte y deberá tomarlo en cuenta, recibiendo el apoyo emocional, ya que manifiesta su área de oportunidad en el manejo de inteligencia social.
Esperemos que sus pretensiones políticas no nos afecten el próximo año y atienda sin "soltar la liana", ya que de llegar a ser el elegido para el puesto de gobernador del Estado de Coahuila, La Laguna sumará sus votos, que serán definitivos, sean a favor o en contra. ¿Qué le han parecido estos dos años?
ydarwich@ual.mx