Manlio, el del gran poder

Me confía un amigo político priista, aquí en corto, la molestia que a últimas fechas observan determinados cuadros respecto al célebre Grupo Atlacomulco, particularmente en lo que al primer círculo y afines al primer mandatario respecta.

"La pérdida de la brújula, casi nada les sale bien; en la praxis, poca política y eficiencia, demasiada voracidad para hacer negocios; parece que quisieran ser como Carlos Hank, una especie de amalgama entre lo público y lo privado, pero no lo logran".

"No entienden que no entienden. La imagen del país anda por los suelos", y ante ello "han sido poco sensibles", amplía. "No me hagas decir más", pide, institucional hasta la médula como corresponde al gen que lo rige.

Enojo o no de por medio, pareciera como si el Presidente Peña Nieto le estuviera cediendo el control político del país a Manlio Fabio Beltrones, así, sin exagerar. No le quedó de otra, dicen. Los aspectos negativos del mandatario y su gobierno son notables y para efectos prácticos, con la fuga del "Chapo" Guzmán se acabó el sexenio. Así lo escribí por aquí hace justo un mes y así lo sostengo hoy, al tiempo.

No obstante a lo negativo que se le pueda achacar a Don Manlio -inevitable su condición de hombre poderoso-, hizo bien el presidente, si observamos la decisión desde un sentido pragmático de las cosas.

Pese a todo lo que se pueda decir, Beltrones es un político muy experimentado que entrega buenas cuentas, cumple con sus dichos y ha sabido tender puentes con la oposición. En sus propias palabras, a Manlio Fabio le gusta que "las cosas pasen".

Dardos envenenados al grupo de tecnócratas de tiempos de Ernesto Zedillo, Beltrones revira y dice, sin reservas, que los tiempos de la sana distancia entre el presidente y el partido no serán tal. Pero, en el fondo, ello no significa que Enrique Peña Nieto y el sonorense vayan a ser amigos. Vamos, están muy lejos de serlo, por escribirlo bonito…

Enorme el mito sobre Manlio Fabio, variadas las opiniones que lo sitúan, o como un personaje excepcional que supera a Frank Underwood, el gran estratega de "House of Cards", por un lado, y por el otro como una regresión a las peores prácticas de la política.

Usted decida, amable lector, con cuál de las dos apreciaciones se queda. Creo que ambas son exageradas porque los tiempos han cambiado, las generaciones avanzado, y no se puede repetir el "callismo" tan descaradamente, ¿o sí?

Salvadas las comparaciones, yo a Manlio lo equipararía y lo sitúo como un político eficiente y conocedor de su oficio. Ahora a esperar a ver qué pretende hacer con el que le ha cedido el presidente de la República, que por cierto no es poco…

El martes me atreví a sugerirle a Margarita Zavala -con quien con frecuencia platico-, leyera un texto que llamó mi atención. Publicado en el mismo diario donde ella escribe, El Universal, Javier Lozano en algo que titula "La abdicación", opinó lo siguiente:

"…Eso sugiere la unción de Manlio Fabio Beltrones al frente del partido oficial. Es reconocerle habilidades de las que carecen en la casa grande. Es conferirle poderes supraconstitucionales. Es sucumbir ante la cruda y dura realidad, esa que no quisieron ver a tiempo. Es agotarlo todo en un solo relevo".

Rumores afuera, creo que a Manlio le están dando el PRI como una retribución a sus buenos oficios, porque al fin y al cabo a un priista de toda la vida, dirigir al instituto político al que pertenece, representa uno de los más grandes honores. Hasta ahí.

Beltrones, en lo que se pinta solo, es a la hora de navegar las agitadas aguas transexenales. Para ello ha sido un genio.

Nos leemos en Twitter, sin lugar a dudas: @patoloquasto