Esperanza. Cristina y Rocío participaron en la marcha por la Dignidad que organizó grupo Vida en Torreón. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Cristina y Rocío son madres de familia y comparten el mismo dolor: La ausencia de un hijo. Hoy luchan por vivir y seguir en la búsqueda incansable por dar con su paradero. Su fe sigue inquebrantable.
La hija mayor de Cristina salió de casa el dos de junio de 2005, a una semana de haber festejado sus 15 años. Como todos los días, cruzó la puerta de su casa a las siete de la mañana rumbo a la Secundaria Federal número Uno en Torreón, pero jamás regresó.
Su madre cuenta que salió de la escuela a la 1:30 de la tarde acompañada por tres amigas de quienes se separó a las afueras de una tienda comercial en el Centro de la ciudad para trasbordar otro camión que la llevaría a casa, pero de ahí ya nadie supo de ella.
De los avances de su investigación dice que son nulos y que la situación está peor que al inicio. "Tienen perdido mi expediente. Yo dejé de ir un tiempo ( a la Procuraduría General de Justicia del Estado) porque me sentía muy deprimida muy mal", dice Cristina, quien desde hace tres años se unió a Grupo Vida, en donde ha encontrado esas ganas de seguir luchando.
Y es que además debe mantenerse fuerte por su hija menor, quien cuenta con 19 años y quien ahora es su principal motor. "La fe en Dios no la he perdido. Mi corazón dice que está viva", dice mientras ruedan sus lágrimas por su rostro.
"Cada año me siento triste, ya son 10 años que ni una pista de mi hija, mi corazón me dice que está viva, pero veo tantas cosas que no sé cómo estará", dijo Cristina.
LARGA ESPERA
En el caso de Rocío, su hijo también de 15 años, desapareció un 12 de enero de 2012 al salir de la ciudad de San Pedro rumbo a Gómez Palacio. Se trata de Érick Villagrana Huerta, quien desapareció junto con sus compañeros de trabajo quienes eran promotores de una empresa de telefonía celular.
Tampoco se tienen avances de su investigación, pese a que el día de su desaparición su supervisor y chofer de la unidad en la que viajaban, reportó que unos sujetos armados los perseguían y que ya los habían detenido. Pedían ayuda. Días después encontraron el vehículo en un panteón de aquella ciudad.
Tranquila, pero visiblemente devastada, dice que llegó a pensar que moriría o que se volvería loca por no encontrar a su hijo. "Ha sido muy difícil, era mi hijo mayor, ejemplar, de cuatro hijos, muy buen estudiante, con las mejores calificaciones, (cursaba) el primer semestre de preparatoria, fue un golpe duro, sólo Dios fue el que me ayudó a salir adelante".
Rocío lucha por vivir y encontrar a su hijo.