Muchos seres humanos se esfuerzan diariamente por cumplir con la misión que Dios les ha encomendado. Sin embargo, no se sienten satisfechos porque piensan que es insuficiente lo que han hecho a través de los años. El Papa Juan Pablo II, después de una fructífera existencia dedicada al servicio de Jesucristo, sufre internamente porque a la edad avanzada que ahora tiene, piensa que no ha cumplido del todo, y es por eso que hace tan sólo unos días lo escuchamos exclamar: "Señor, Tú sabes que te amo". En esas hermosas palabras, las mismas que dijera hace dos mil años Simón Pedro a Jesús (Juan 21,15-17), se encierra toda una expresión de amor, de dolor, de humildad y de impotencia, al sentir que por las limitaciones humanas de que estamos revestidos, no podemos conseguir todas las metas que originalmente nos propusimos. Cuando el Santo Padre dijo al mundo que el aborto y la eutanasia son faltas graves contra la vida, fueron muy pocos los que hicieron caso. Cuando clamó a los poderosos para que no destruyeran Irak, no lo tomaron en cuenta. Cuando insistió a los Estados Unidos e Israel para que respetaran los derechos inalienables del pueblo Palestino, no fue escuchado. Cuando pidió a las naciones ricas que ayudasen a disminuir la pobreza en el mundo, no obtuvo respuesta. Cuando les dijo a los cardenales en el Vaticano la semana pasada, que analizaran el porqué se encuentran en Europa "las iglesias vacías", no supieron que contestarle.
La misma inquietud del Santo Padre y de miles de personas que trabajan diariamente en la viña del Señor, la tienen los Hermanos Lasallistas, que agotaron su vida educando en los valores a los jóvenes, y ahora se dan cuenta que algunos de sus exalumnos se han suicidado y muchos otros se han divorciado. También ellos, al sentir que individualmente el tiempo se les termina -para no caer en la desesperación- le dicen a su Maestro: "Señor, Tú sabes que te amo". Es el grito silencioso de alguien que ha cumplido con su deber hasta el sacrificio, pero que no se siente satisfecho con las almas que ha llevado a Cristo.
Si alguna vez nos encontramos con el ánimo entristecido, preguntémonos: ¿en qué no estoy siendo generoso con Dios? ¿En qué no soy desprendido con los demás? Es posible que encontremos enseguida la causa y el remedio. Mientras tanto, intentemos darnos sin cálculo a quienes están cerca, abramos nuestro corazón a los verdaderamente necesitados. El Señor pasa cerca de nuestra vida en incontables ocasiones. Alguna vez nos pedirá mucho, para darnos más; otras, cosas pequeñas como lo es el apoyar a las personas que se han organizado para servir a los que menos tienen y que no les alcanza la voz ni la fuerza para dar a conocer el dolor que llevan en su corazón.
Entre nosotros, existen tres organismos no gubernamentales que diariamente hacen todo lo posible para servir a su prójimo. Se trata de: El Registro de Donantes de Médula Ósea "Sofía"; la Asociación "Amor al Ser Humano" y la Asociación Pro Niños con Leucemia de La Laguna, A. C. Con el fin de recaudar fondos para continuar trabajando a favor de los más desprotegidos, y de aquéllos que sufren alguna enfermedad de las consideradas mortales, estos tres organismos que no reciben ayuda del gobierno, llevarán a cabo una cena el miércoles 5 de noviembre a las 8:30 p.m., a la cual asistirá nada menos que el Dr. Kary Mullis, ganador del Premio Nobel de Química 1993. Gracias a las aportaciones de este científico, en lugar de que el proyecto del "Genoma Humano" se completara en el año 2015, se cristalizó para bien de la humanidad en el 2003. Debido a sus investigaciones, se puede valorar a una persona y determinar qué enfermedades desarrollará en el futuro, con el fin de hacer una modificación genética para que el mal no se presente. Gracias a su intervención, el cáncer cérvico uterino y de seno, se puede diagnosticar con mucha anticipación, pudiendo prevenirse. Para mayores informes relacionados con esta cena, favor de llamar al teléfono 722-39-65.
El Registro de Donantes de Médula Ósea, Sofía, manejado por el Dr. Rafael Argüello Astorga, es un archivo mundial configurado para recibir médula ósea y donarla posteriormente a la persona que la necesite. Se llama Sofía en recuerdo de la pequeña hija de mi amigo el Ing. Carlos Aguirre Moreno, que falleció hace varios años al padecer una terrible leucemia. Con toda seguridad, si hubiese existido el Registro en aquel entonces, su hijita aún viviría.
El Ing. Carlos Aguirre Moreno y su esposa, la señora Martha Medina de Aguirre, son los fundadores de la Asociación Pro Niños con Leucemia. Con recursos económicos sumamente limitados, pero con un gran amor al prójimo, ellos atienden casos verdaderamente dramáticos, como el del pequeño niño Silvestre, de tan sólo 8 años de edad, que llegó con su madre de un lejano paraje llamado Ermita de los Correa, municipio de Jerez, Zacatecas. Este niño padecía un linfoma bastante avanzado, a tal grado, que era candidato para ser desahuciado. Durante un año y seis meses, viajó a Torreón en tren acompañado de su madre para recibir su dosis de quimioterapia. Este niño fue producto de una violación, pero su progenitora, madre soltera de un ejido, sin recursos económicos, lo que deseaba a toda costa era no perderlo. Puntualmente, la Asociación estuvo pagando su tratamiento y también su traslado. Cuatro años después, llenos de felicidad, el matrimonio Aguirre y los pequeños enfermos que allí se encontraban, hicieron una fiesta para celebrar la curación definitiva del pequeño Silvestre.
La Asociación "Amor al Ser Humano", que dirigen mis buenos amigos el Lic. Silvestre Faya Romero y su esposa Estrella de Faya, han conseguido entre otras muchas cosas: órganos para niños, como es el caso de Christian, que cimbró a la sociedad lagunera con el sufrimiento que el inocente padeció; atención en Cardiología de la Cd. de México para una niña muy enferma y pobre que vive en la Sierra de Coahuila; traslado de dos hijos de una mujer recluida en el Cereso de Torreón, que al ser detenida en la Cd. de México, habían quedado los pequeños en manos ajenas y estuvo a punto de perderlos. Por todo esto y muchas otras cosas más en las que han participado, apoyemos con generosidad a estas asociaciones de caridad y de servicio. Cuando haya pasado el tiempo, los que las integran, al ver tantas necesidades urgentes, se dirigirán con angustia y humildad a los cielos diciendo: "Señor, Tú sabes que te amo...".
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