Habilidad, encanto, don de la ubicuidad. Parece estar en todo y sabe caminar por la cuerda floja. Chiflar y mascar pinole al mismo tiempo: eso hace. Desde Londres, hiló fino y tejió amarres que le permitieron establecer una suerte de complicidad con Enrique Peña Nieto. La jugada perfecta, y vaya que le redituó…
Sí, salió muy raspado y su inclusión en la terna de aspirantes a la Corte levantó ámpula y fastidio en gran parte de la sociedad, pero aún no cae al vacío. Sobrarán quienes busquen tirarlo y cuestionen todas y cada una de sus decisiones de aquí en adelante.
Pero no obstante sus críticos, Eduardo Medina Mora aterrizó en blandito hasta la cúspide del Poder Judicial mexicano. Será ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ahí nomás. Las leyes que escriba, los posicionamientos que tome: todo repercutirá en la vida de millones de mexicanos de esta y las generaciones subsecuentes.
El encargo es enorme, la responsabilidad inconmensurable, los intereses también. Amigo cercano de Arturo Montiel, a Raúl Salinas, Medina le descongeló varios millones de dólares en Suiza. Vamos, compromisos tiene, favores le deben muchos y se da el lujo de cobrarlos.
¿Cuántos políticos pueden dar el paso transexenal y más tratándose de administraciones disímbolas, que son como agua y aceite? Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto: en todas ha participado Eduardo Medina Mora y, cabe decirlo, ocupando carteras de primer nivel.
Algo tendrá, para bien y para mal. Hasta cola que le pisen. La política a esos niveles, cual casa de citas, es un lugar donde la castidad no se encuentra y casi todos terminan manchados. ¿Qué tan enlodado estará Medina Mora?
Abogado. Medina Mora ha sido Embajador de México ante Estados Unidos y Gran Bretaña, director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Procurador General de la República y Secretario de Seguridad Pública todo, todo en menos de tres sexenios.
Aprobada su designación por el Senado, Eduardo Medina Mora tendrá que hacer frente a los cuestionamientos de una sociedad civil y diversas organizaciones de derechos humanos, que interpretan su nominación como mero capricho del Presidente de la República en aras de politizar a la Corte y hacerla afín a sus políticas y cuidarle las espaldas al término del sexenio.
Pero no es acaso, querido lector, la pretensión inconfesable de cualquier mandatario, el tener amigos en el Poder Judicial?
"No se respetaron protocolos, ni la división de poderes ni se observó la cortesía de consultar con el Presidente de la Corte. Enrique Peña Nieto impuso de facto a Medina Mora, que no es un especialista ni tiene suficientes credenciales en materia judicial".
"Peña pagará, y muy caro con el escaso capital político que le queda, por haber tomado una decisión tan a la de a fuerzas, empecinada y testaruda", me comentó antier en entrevista radiofónica, un destacado jurista que claramente no se oye contento con el vaivén de los acontecimientos.
"Habrá que darle el beneficio de la duda", sentencia, "pero yo no espero gran cosa con Medina Mora".
Sin embargo, el interesado se dio a la tarea de contestar a cada uno de sus críticos, cosa que habla bien de él bajo el entendido de que la mayoría de los funcionarios públicos, no escucha al ciudadano de a pie.
"Pretender atribuirme parte o toda la descomposición del sistema es tendencioso, especulativo y poco escrupuloso", se defiende Eduardo Medina Mora. No, no toda la culpa es suya, pero algunas tendrá. ¿Borrón y cuenta nueva o su pasado terminará condenándolo? ¿Infancia y política son destino? El tiempo, y el diablo, dirán.
Nos leemos en Twitter, sin lugar a dudas: @patoloquasto