Como en todo, la desconfianza no es monopolio de los políticos. En los últimos años, grandes empresas no sólo ocasionaron una enorme crisis económica desde Estados Unidos, sino también fueron el centro de una gigantesca red de corrupción. De Enron a Lehman Brothers, pasando por los escándalos de lavado de dinero en HSBC, las empresas fueron el centro de corrupción y desconfianza. Por entonces, Bernard Madoff, fue el más visible representante global. Aunque en su defensa, es uno de los pocos que sí está tras las rejas.
Con santos por aquí y por allá, la Iglesia Católica, una de las instituciones más antiguas del mundo, también dañó su credibilidad. Para no hablar de su historia, en años recientes se ha visto envuelta en diversos escándalos que parecen sacados de las páginas del Marqués de Sade. En México, hasta indignó cuestionar la figura del poderoso y tristemente célebre padre Marcial Maciel. Con el tiempo, el escándalo fue inocultable hasta para el mismo Vaticano. Pero la desconfianza en las instituciones, las autoridades, las empresas o las figuras públicas, no es nueva, y parece condenada a repetirse. Por el contrario, hay actores que se les reconoce porque no sólo inspiran confianza, su trabajo así lo expresa.
En los entornos democráticos la confianza es una valor central para la vida pública. En cambio, su ausencia afecta notablemente la imagen y las relaciones entre los diversos actores. En el mismo sentido, la confianza y la desconfianza, están presente para los medios de comunicación. Considerados como un cuarto poder, es innegable su influencia y su papel como actores políticos, ya sea desde la televisión hasta los medios electrónicos. ¿Pero qué tanta credibilidad tienen en México? ¿Cuánto alcance tiene los medios en el país?
El Gabinete de Comunicación Estratégica dio a conocer cómo se informan los mexicanos y qué tanto confían en los medios (5 de mayo 2015). El 69 por ciento considera que los medios sí influyen. La televisión continúa como principal medio de información, pero es notable el crecimiento de la Internet y sobre todo las redes sociales como medio. 1 de cada dos mexicanos se informa a través de la televisión, pero 29 por ciento ya lo hace a través de Internet. No obstante que la cifra parece baja, 8 por ciento se informa por las redes sociales, que ya superan el consumo de quienes prefieren periódicos y revistas. De acuerdo con los patrones de consumo, Internet, junto a los gigantes de las redes, Facebook y Twitter, superan a la radio y la prensa juntos.
En un apartado polémico, pero esclarecedor, preguntaron sobre el líder de opinión mexicano con más credibilidad. Prácticamente empatados con 12 por ciento cada uno, quedaron Joaquín López Dóriga de Televisa y Carmen Aristegui. En segundo lugar aparece Javier Alatorre de TV Azteca con 4.8 por ciento. En tercer lugar Carlos Loret de Mola, con 2.7 por ciento de las menciones. Irónicamente, López Dóriga es considerado el periodista nacional con menos credibilidad, al mismo tiempo que conduce el noticiero más visto. Así, ser el más "popular", no da la mayor credibilidad. De ahí que 17 por ciento lo nombró negativamente. Por el contrario, Aristegui es percibida con buena credibilidad, si consideramos que sólo 1 por ciento tiene menciones negativas de ella.
Por las mismas que López Dóriga, las menciones negativas superaron la credibilidad de Loret de Mola, con 5.6 por ciento. Es decir, son más los mexicanos que los perciben negativamente, que quienes les conceden algo de credibilidad. Es revelador que 29 % de los encuestados consideró que ninguno de los llamados "líderes de opinión" tiene credibilidad. Aun así, los noticieros más vistos en el siguiente orden son: el noticiero de López Dóriga, Alatorre y Loret de Mola.
No hay duda del lugar y poder los medios (casi no hay político o poderoso que quiera quedar bien con ellos), sin embargo, tener gran cobertura, o ejercer la crítica, no garantiza ni credibilidad, ni confianza.
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