Columnas la Laguna Columnas La Laguna Editorial

METÁFORA CIUDADANA

TRABAJO CIUDADANO PARA DESARROLLO SOCIAL

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

A partir de la Independencia empezaron a surgir acciones de ciudadanos cansados del estado social imperante, pero solamente eran unos cuantos comprometidos con cambios importantes; la consumación de la Independencia fue la ejecución de una minoría, mientras que la inmensidad de la población permaneció estática, apenas alabando los acuerdos y desfiles de los consumadores.

El fugaz imperio de Iturbide nació del golpe audaz de un reducido grupo de simpatizantes y la propia caída del mismo también; el pueblo estuvo excluido en ambos accionares. José Miguel Fernandez y Félix, primer presidente de México y el único ejecutivo que concluyó su período hasta que Juárez y su dictadura personal patriótica, se mantuvo en el poder. El Benemérito se mantuvo primero luchando contra los conservadores y después contra los franceses y los imperialistas, justificando esos hechos para no tener elecciones de ningún tipo, y luego, cuando llegó la "República Restaurada" tras la caída de Maximiliano, se aferró el poder, hasta que la muerte lo separó de él, sino ahora estaríamos hablando de Benito Juárez como lo hacemos de Porfirio Díaz. Por cierto, éste último fue apoyado por los liberales juaristas que ya convertidos en latifundistas y científicos, adoptaron una postura despótica y si bien Díaz en sus dos primeros arribos al poder fueron democráticos, fue una democracia que hoy no veríamos como tal; pronto se convirtió en tirano que dependía de la fuerza del ejército y de la riqueza de sus amigos, pero para nada del pueblo; en pocas palabras, el siglo XIX transcurrió para los mexicanos excluyéndolos de cualquier participación en las decisiones de la nación, solo sirviendo de carne de cañón para que los autócratas dominaran.

Madero obliga con su plan de San Luis a Porfirio Díaz a abdicar al poder largamente acariciado por el viejo dictador, logra mover la conciencia ciudadana y obtiene su ascenso de manera democrática; pero pronto se olvida del pueblo, renuncia al apoyo ciudadano y se alía con los antiguos porfiristas, lo que acelera su caída y el regreso de los latifundistas al gobierno de México.

Cuando surge la "bola", Villa y Zapata mueven al pueblo y derrotan a Huerta, pero Carranza y su dictadura personal los destruye y vuelve a caer en los grupúsculos políticos que enturbian la Revolución, su llegada a la presidencia no es democrática, sino exclusivista y otra vez. El pueblo se ve relegado de los órganos de poder; Y justo en la lucha por el mismo, el viejo zorro se aferra al dominio, no cede y deviene su muerte ante el triunvirato de Sonora.

Ahora sí, primero De La Huerta, luego Obregón y finalmente Calles, se deleitan con las mieles del señorío, los "Caudillos" rápidamente se convierten en caciques y comparten el mando con los sátrapas destacados: Gonzalo N. Santos; Maximino Ávila Camacho y Tomás Garrido Canabal a nivel nacional y en regiones los ladinos como Domingo Arrieta en Durango y tantos más en otros estados.

Una vez más, las grandes decisiones nacionales se tomaban excluyendo a la ciudadanía, la cual, complaciente o rezagada, ni siquiera chistea; permanece apacible y critica con murmullos, pero no levanta la cabeza.

Entre harto de "caudillos" y comprendiendo que por ese camino se volvería a la lucha, Calles decide cambiar el rumbo de las resoluciones políticas y en un giro de timón contra los "paladines" posrevolucionarios, decide mover la toma de decisiones a instituciones y crea el Partido Nacional Revolucionario, que más tarde sería el organismo político más corrupto y ambicioso de la historia de México, envidiado por lo tiranillos "Papa Doc" de Haití; el "Chivo" Trujillo dominicano y de los "gorilas" sudamericanos, pero ciertamente, surgido con la intención de unificar corrientes ideológicas diversas, proyectos de nación afines y, sobre todo, como una organización de masas. Se había dado, por primera vez en la historia nacional, un acercamiento a la ciudadanía, mismo que más tarde se prostituiría y dejaría atrás las más afamadas prácticas porfiristas de control popular. Pero ya se vislumbraba un sendero, que si bien lleno de baches y muy estrecho, ofrecía algo de participación popular.

Una oportunidad desaprovechada de crear ciudadanía se perdió con Vasconcelos; intelectual convencido de que la educación era el mejor camino para acercar al pueblo a la potestad decisoria del país, buscó abrir varias brechas en la intrincada maleza del dominio omnímodo del Maximato, pero fracasó y con él se perdió otra senda de participación ciudadana.

Caminos democráticos que se cierran y rutas que se abren en la democracia mexicana, son difícilmente apreciables y reconocibles; transitar que se tropieza por la indiferencia, la corrupción y la oposición de las fuerzas políticas, lo mismo de un partido que de otro, del que está en el poder ahora y que lo transfiere más tarde, del que se alía con el fuerte para asegurar su permanencia o del creado por un déspota provincial, como en Coahuila ahora; o los que se forman para asegurar a un minúsculo clan sumas estratosféricas de dinero proveniente de los recursos públicos.

Tendrán que venir parteaguas empapados de sangre para que haya reacción popular; el movimiento estudiantil del 68 y Ayotzinapa en 2014; o graves crisis económicas para que la comunidad en un alarde cívico actué o se conmocione y despierte para exigir lo suyo.

Si algo debemos agradecerle lo mismo a Díaz Ordaz que a Peña Nieto, es que su incapacidad para comprender los Derechos Humanos, la dignidad de las personas y el respeto a las instituciones jurídicas, ha abierto vías de intervención y comunicación de los mexicanos conscientes y comprometidos con su comunidad y sus semejantes, pares en dolor y explotación.

El único camino para que esta nación alcance un índice humano de desarrollo comparable a los países democráticos y avanzados del mundo, es la participación ciudadana; ella es un motor, una motoconformadora que puede abrir, crear, pavimentar, diseñar autopistas al transitar libertario, generar esperanzas, promover valores sociales, presentar respuestas y soluciones viables a este avatar que nos constriñe y denigra desde el pasado a los mexicanos.

En este andar los ciudadanos que gritan son pilares de la vida democrática, agentes del cambio que piensan en el hoy, pero que miran con firmeza al futuro, que meditan en las próximas generaciones y que actúan respetando los más caros valores humanos, seres que consideran cada ser violentado como un universo, que no responden como los pésimos políticos anteponiendo las estadísticas como justificación de actuar soberbio, asegurando que si no son todos afectados, es aceptable que algunos sufran.

Hoy debemos sentirnos orgullosos de las diferentes acciones ciudadanas que se están dando en nuestra querida Comarca Lagunera, pero debemos ir más allá del orgullo; debemos sumarnos a ese actuar o pronto seremos rebasado por el actuar político que posee poder de absorción y puede y quiere apoderarse de los triunfos alcanzados por la ciudadanía.

Leer más de Columnas la Laguna

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas la Laguna

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1078138

elsiglo.mx