Sentenció Luis XV de Francia y lo que llegó poco después, en 1789, fue un terremoto seguido de un sunami y su nación inundada en sangre.
Hacía el segundo tercio del siglo XVIII en Francia existía fuerte división en los estratos sociales, unos tenían todo y otros nada; en lo económico y en lo socio-político era igual; los malos manejos administrativos de una dinastía corrupta que se había transmitido el poder en familia, con deudas inmensas, impagables cuyos recursos habían sido, por un lado robados y por otro utilizados en reinos vecinos a los que se apoyaba para mantener el sistema tiránico vigente, provocó profundas tensiones sociales que generaron malestar en casi toda la comunidad.
Esta situación se vio agravada por dos vicisitudes que llegaron en esa época: Una gran crisis en 1788 surgida como consecuencia de diversas catástrofes naturales, la cual provocó una grave carencia de subsistencia y, la crisis financiera causante de un déficit nacional. Para solucionarlo el monarca obliga a clero y nobleza a pagar impuestos, esto llevó a La "Revuelta de los Privilegiados".
En el ámbito popular, como siempre, la gravedad de la situación fue más contundente, ello exasperó a las clases humildes urbanas y al campesinado. A la carencia de cosechas siguió la subida de los precios de los cereales y del pan, base de la alimentación y, por el incremento de los impuestos y derechos señoriales y reales, nobles y clero exigieron más a los pobres.
La quiebra financiera fue provocada por el fracaso del sistema fiscal; una marcada desigualdad en la carga impositiva que exentaba a funcionarios y amigos del rey y gravaba al productor, además, los exagerados gastos de la Corte y la inmensa deuda pública impedía cualquier acción social en beneficio del pueblo. Aunado todo a una ceguera política y una insensibilidad social de los burócratas reales, quienes sólo pensaban en su enriquecimiento personal a como diese lugar. Entre ellos, un monarca inepto, casado con una mujer muy bonita, pero indolente como él, María Antonieta, ése era Luis XVI, quien siempre respondía tarde a los problemas y dejaba a ver si solos, con el correr de los meses se solucionaban; decía conmoverse con la situación, luego dictaba decretos que nada solucionaban y en tanto seguía viviendo en su majestuoso palacio de Versalles, monumento que se destacaba por su blancura marmórea.
Esta situación pareciera ser idéntica al México de hoy y común lo mismo en el ámbito federal, local y municipal. El abandono de los mexicanos por la política en decenios, ha permitido que los gobernantes se sientan dueños del cargo que poseen y lo que él implica, desde manejo de recursos humanos hasta económicos y que los usen y hasta inviertan como peculio propio, enriqueciéndose ellos, sus familiares y amigos; con ello, envileciendo y llevando a la miseria al pueblo y a las organizaciones sociales.
Como dueños pueden disponer a su antojo de todo, toman decisiones soberbias, absurdas y absolutas que dañan, vulneran y destruyen a la comunidad; ni siquiera voltean a ver al ciudadano; total, éste es un pobre ingenuo que nunca protesta, se traga lo mismo mentiras que corajes y termina por aceptarlo todo.
Para muestra existen muchos botones; tenemos una serie de acciones de los gobiernos estatal y municipal que comprometen a nuestra ciudad y al estado a un porvenir negro, sin esperanza y con la seguridad de seguir manejando a las personas, instituciones y leyes a su antojo, total, con unos pocos pesos se compran votos que fortalecen la continuidad de esta casta divina, garantizada por un congreso local cortesano, servil y servicial, así como autoridades judiciales acomodaticias, siempre dispuestas a compartir la mesa de la corrupción con la impunidad de los gobernantes venales y enriquecidos.
Torreón hoy más que nunca se debate en la quiebra financiera, no hay para pagar a proveedores y acreedores; pero si para regalar dinero al equipo profesional de futbol, repartir despensas y materiales para la próxima campaña electoral; mantener funcionarios ineficientes, algunos cuya única participación en el municipio es la de sugerir propuestas de programas, cursos y talleres a la federación en materia de prevención; pero por eso obtienen un sueldazo, pago de sus guaruras y subsidios para el equipo profesional de su familia. Ah, pero del Hospital General para las personas humildes, no hay avances, un nosocomio embrujado, inacabado, total los políticos se van a centros médicos lujosos, inaccesibles para el pueblo.
Sumemos a lo anterior la concesión unilateral del alumbrado público; una deuda de tres mil millones de pesos que significa focos nuevos en postes y arbotantes viejos; los primeros vientos han evidenciado su mala calidad; esperemos las tolvaneras de marzo y no quedará nada que presumir.