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METÁFORA CIUDADANA

DEMOCRACIA SIN CIUDADANOS

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ALVAREZ

Existió, en la época precolombina en la región de los grandes lagos, la Confederación Iroquesa, o las Cinco Naciones, era una coalición de pueblos autóctonos de carácter democrático con características participativas y representativas combinadas. Adoptaron el nombre de Haudenosaunee, traducido como «pueblo de la casa grande». Su capital estaba ubicada donde hoy es el estado de Nueva York.

El régimen democrático de la Confederación estaba regulado por una constitución conocida como Gran Ley de la Paz y gobernada por un Parlamento o Consejo de representantes de la población, esta Gran Ley de la Paz establecía una especie de estado de derecho con estrictos límites y restricciones al poder de los gobernantes. Fijaba también una división del poder entre hombres y mujeres, determinando que ningún hombre podía presidir un clan y ninguna mujer ser jefe militar. A las jefas de los clanes correspondía elegir a los jefes militares. La toma de decisiones se tomaban por consenso; es decir, las decisiones se construían entre las ideas de los presentes. La decisión por mayorías se dejaba como última opción

Esta Confederación tuvo como esencia la democracia estableciendo la igualdad de mujeres y hombres; a tal grado que el héroe norteamericano Benjamín Franklin, quien mantuvo trato directo con Haudenosaunee, destacó en sus obras que el grado de autonomía individual y de participación en el gobierno que gozaban los habitantes de la liga era desconocido en Europa: era un ejemplo de auténtica participación de todos los iroqueses en el gobierno.

El emblemático sistema griego era una democracia sin pueblo; votaban solamente quienes poseían determinado peculio; ese tan idealizado gobierno, únicamente alcanzaba a muy unos pocos, mientras que las masas (al igual que hoy) quedaban fuera de la decisión de su propio destino. Exclusivamente los varones que fuesen ciudadanos y atenienses, hijos de padre y madre ateniense y que hubiesen terminado su entrenamiento militar tenían derecho a votar. Se excluía a la mayoría de la población. Cuando se usaba la expresión "Ho boulomenos" (cualquier persona que lo desee), denotaba el derecho de los ciudadanos de tomar la iniciativa para hablar en la Asamblea; iniciar un juicio público (que pudiera afectar a toda la comunidad política); proponer una ley o para realizar sugerencias al Consejo. La democracia romana era similar a la ateniense, aunque concediese a veces la ciudadanía a quienes no eran de origen romano.

Las democracias liberales modernas enfrentan el reto de la construcción de una ciudadanía activa, aquella en la que los ciudadanos se sepan sujetos de derechos fundamentales, innatos, imperecederos e inalienables, pero conscientes también de que ello implica, a su vez, deberes cívicos; entre los que destaca el voto activo y pasivo. Al no coexistir esa consciencia política y social, potencializa lo que hoy vivimos: Sociedades de individuos atomizados que ejercen su libertad sin cooperar a favor del interés público. Esa estructura se denomina "Democracia sin ciudadanos"; se caracteriza por personas carentes de formación cívica y sin interés comunitario, lo que es realmente preocupante, ya que concreta una desafección política y una nula participación en los asuntos que conciernen a todos. En esta realidad encontramos que el deber de civilidad no se asume como algo intrínseco a la condición de ciudadano, se piensa que ésta se completa únicamente en la jornada electoral. Ello nos lleva a una "democracia denegada; contraria a sí misma".

El sistema político actual de México, el de mayoría relativa, se refiere al hecho de que no importa cuántos votantes acudan a las urnas, aquel candidato que obtenga mayor número de votos, incluso uno solo sobre cero, será el vencedor de la contienda electoral, eso, en Coahuila, es el pan de cada elección; incluso con las famosas urnas electrónicas, que no han atraído un solo votante más y que dejan infinidad de dudas porque si empresas con sistemas computacionales muy sofisticados son fáciles de hackear, imaginemos un sistema corrupto de naturaleza como lo es el IEPC y con computadoras ya embarazadas.

En el campo de la Participación Ciudadana, en Coahuila y muy específicamente en Torreón, se está cocinando un supuesto reglamento que regularía a todas las organizaciones de la sociedad civil y establecería derechos; con este supuesto se está llamando a ciudadanos organizados con falacias como establecer el "Plebiscito", siendo que el municipio no tiene facultad para ese figura auténticamente participativa popular; lo que se quiere es constreñir a los grupos libres que opinan, piensan y publican investigaciones sobre problemática gubernativa. La sociedad civil y sus organizaciones no necesitan ser reglamentadas, necesitan libertad total.

Ante esta realidad, llega el momento de hablar de una democracia sin ciudadanos, el hecho de que voten 39 de cada cien empadronados, significa un auténtico desprecio a lo público, un divorcio entre personas y civilidad y peor aún, desconfianza total al gobierno y partidos políticos. Es normal escuchar críticas, chistes, memes e ironías, generalmente bien diseñados y con alto contenido de veracidad, pero hasta ahí llegamos la mayoría de los mexicanos, más allá, en el campo del compromiso político, hay un vació absoluto; recordemos que la democracia se construye no sólo en las elecciones, sino principalmente en la permanente relación con los demás ciudadanos y en la participación en todos los actos que afectan a la sociedad.

Es importante destacar que no puede existir Democracia sin instituciones serias que construyan esa ciudadanía participativa; a los mexicanos nos costó mucho despojar al gobierno del control de la elecciones y crear un organismo autónomo integrado por ciudadanos; hoy existe el Instituto Nacional Electoral, con muchas deficiencias, hay que irlo perfeccionando, pero no podrá hacerse esa transformación sin participación y emoción ciudadana, mutémoslo a un organismo puro acudiendo a las urnas y siendo parte de las mesas directivas de casillas; evitemos que los antidemócratas se vuelvan a apoderar de él.

La solución ante esta situación desoladora es la educación cívica que ha de incidir en la construcción de una ciudadanía más activa y comprometida. Es indispensable acudir a las urnas, aceptar la invitación a ser funcionarios de casilla cuando corresponda; pero más allá de ello es impostergable participar activamente en las organizaciones de la sociedad civil que buscar dar seguimiento a las actividades gubernativas; exigen el cumplimiento de las promesas de campaña y ofrecen alternativas de vida digna.

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