El 22 de mayo de 1520, en la Gran Tenochtitlan, celebraban los mexicas una de sus más importantes ceremonias religiosas a sus dioses Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Hernán Cortés se encontraba en Veracruz combatiendo a quienes buscaban aprenderlo por su desobediencia al gobernador de Cuba y dejó a cargo de la ciudad a su lugarteniente Pedro de Alvarado; éste había autorizado la celebración del dicho acto religioso, pero cuando los señores mexicas se encontraban desarmados bailando, la tropa española sitió el lugar y abrió fuego contra los pipiltin tenochcas. Este acto de barbarie se conoció como "La Matanza del Templo Mayor o de Tóxcatl.
El cronista de la conquista, Bernal Díaz del Castillo justifica la brutalidad peninsular contra la nobleza mexica, asegurando que Alvarado se había enterado que los aztecas se habían propuesto asesinarlo y que dicha traición sería efectuada en el contexto de la celebración de Tóxcatl, que además era un acto pagano.
Esta burda explicación, fue considerada por los trescientos años de la colonia como la "verdad histórica" de tan atroz felonía. Vale aquí destacar, metafóricamente, que el primer defensor de los Derechos Humanos en América, Fray Bartolomé de las Casas, mandó cartas de este hecho al rey Carlos I de España y fue el único que acusó el evento como crimen del naciente estado colonial.
A lo largo de la mexicana historia se han sucedido aniquilaciones, tanto masivas como individuales; en todas ellas ha habido participación de políticos encumbrados en la política, pero en todas se han vertido "verdades históricas" que han sido la comidilla de los ciudadanos: 17 de julio de 1928, el reelecto presidente de la república, Álvaro Obregón comía en el restaurant "La Bombilla" en compañía de los principales líderes sindicales de la época y un nutrido grupo de diputados; Los guaruras pululaban por todas partes, entonces un individuo de apariencia insignificante se acercó a él con una caricatura que le había elaborado, se situó junto a él y tras mostrársela, sacó un arma y le disparó a quemarropa; Obregón murió en el camino al hospital. En la autopsia se dice, le encontraron más de diez heridas de bala de diferentes calibres. La "Verdad Histórica" fue que un asesino solitario, un fanático religioso había cometido el regicidio porque Dios se lo había ordenado.
Plutarco Elías Calles, el presidente saliente, promovió a Emilio Portes Gil como presidente interino. Frente a la verdad histórica, la verdad popular llamaba a Calles "dios" y cuando alguien preguntaba: ¿Quién Mató a Obregón? La respuesta de la conseja pública era: ¡CallesssE Portessse bien!
66 años después el magnicidio de Luis Donaldo Colosio muestra similitudes que ya todos conocemos, pendientes de la verdad histórica quedarían: el "asesino solitario" que disparó dos veces, una a la cabeza por el lado derecho y otra al frente en el abdomen… un supuesto complot que incluye la activa participación de los guardaespaldas de Colosio, la pistola perdida y hallada tirada días después, los varios Aburtos que aparecieron y tantos más acertijos que no cubrió la versión del gobierno.
Por doce años el PRI vivió agazapado en la oposición a nivel federal, esperando el asalto final al palacio nacional, mismo que ocurrió en diciembre de 2012 y, desde su regreso al poder se han sucedido multitud de asesinatos de periodistas y varias masacres de estado contra ciudadanos: 30 de junio de 2014 en Tlatlaya, Estado de México fueron ajusticiadas 22 personas en un supuesto "enfrentamiento" de narcos con el ejército, esa fue la verdad oficial, pero fotografías del hecho demostraron que los cuerpos de los asesinados fueron manipulados y que en lugar de un combate se trató de una ejecución. Más tarde se han acusado a varios soldados y hasta un oficial de dicho crimen.
A escasos 88 días más tarde se daría un espectacular suceso que conmovió al mundo entero menos al ejecutivo federal, quien tardó varios días en reaccionar y enterarse: la desaparición de 43 normalistas de Escuela Nacional Rural de Ayotzinapa;
La multitud de cadáveres que aparecieron en la búsqueda de los normalistas destapó una de muchas cloacas de Guerrero, pero se demostró que ninguno de ellos correspondía a algún estudiante. Finalmente, sin encontrar a los ejecutados, se presentó oficialmente la verdad histórica del aniquilamiento: "Fueron los narcos quienes los mataron y los quemaron en un basurero".
Burda maniobra del gobierno que pronto cayó por su inconsistencia lógica y científica y la búsqueda continuó, ésta sí: "moviendo a todo el país". Ahora se avizoran nuevas pruebas internacionales que prometen una verdad más apegada a la verdad. Ya los medios oficiales han empezado a dar información, bastante amañada por cierto. Recordemos que para las televisoras peñistas, durante mucho tiempo el problema de Ayotzinapa no existió, hasta ahora que se vuelven a manipular los hechos según intereses del Gobierno federal.
Dentro de las argucias que surgen con toda esta presión que se acerca al año de su criminalidad, se gesta una reunión de los padres de los desaparecidos con el ejecutivo federal; pero él no va a llegar a dicho encuentro vacío, indefenso y como corderito, ya traerá sus ases bajo la manga; por su parte, los padres asistentes deberán estar muy preparados y para ello nos preguntamos: ¿Cuánto vale la vida de un hijo? ¿Millones o la vida de otro hijo? Recordemos que después de la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, las autoridades buscaron a los padres de los cientos de asesinados y les amenazaron con que si no se callaban, perderían a otros de sus hijos, y así nadie protestó, el dolor quedó en silencio. ¿Sucederá ahora lo mismo?, ¿Ni siquiera tendremos el consuelo de "La Plaza de Luis Spota?
En otro tenor de ideas: Mi reconocimiento a un funcionario municipal, el que haya sido, que con sensibilidad política atendió las justas peticiones ciudadanas de tapar el boquete abierto para buscar agua en el fallido pozo del Bosque Venustiano Carranza. En esta semana que terminó, se corrigió el daño, se colocó la hermosa reja original, se levantó la barda perimetral derrumbada y el piso destruido. Torreonenses: la denuncia ciudadana sí funciona, sigamos ejerciéndola.