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METÁFORA CIUDADANA

A QUIEN CREER SI MATAN AL MENSAJERO

Luis Alberto Vázquez Álvarez

Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada,

desde la puerta de Elvira hasta la de Vivarrambla.

¡Ay de mi Alhama!

Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada;

las cartas echó en el fuego y al mensajero matara.

¡Ay de mi Alhama!

Los déspotas asesinan al mensajero que les trae malas noticias, cómo si éste fuese el autor del desastre que, tristemente, le toca anunciar. Piensa el tirano que con esa matanza se mitiga el valor negativo de la noticia; torpe, se niega a sí mismo, se autodestruye y se ensoberbece, pensando como el enfermo que no acude al médico que si no sabe de su enfermedad, ésta desaparecerá.

En la historia mundial los ejemplos de actos salvajes de los opresores que destruyen a quienes les transmiten crónicas no gratas son vastos y variados: En el Siglo I antes de Cristo, durante la guerra Mitridática, el mensajero que dio la noticia a Tigranes de Armenia sobre la llegada del cónsul romano Lúculo con legiones para combatirlo, estuvo tan lejos de complacerle, que ordenó le cortaran la cabeza; y exigió que ningún otro hombre se atreviese a llevarle más información. Tigranes se sentó mientras la guerra crecía a su alrededor, dando oído sólo a aquellos que lo halagaban y ordenó que no volviera a tocarse el tema del mensaje so pena de cortar la lengua a quien lo hiciese; así se mantuvo hasta que las legiones conquistaron su reino.

En el fragmento del poema con que abro esta columna, el Rey Boabdil recibe la noticia de la caída de Alhama de Granada. El rey siente que su pérdida significa el fin de su mandato, pero cree que negándolo no permitirá se convierta en realidad.

Lo anterior viene a colación a raíz de la abrupta, salvaje y descomunal respuesta de la actual administración federal, de su partido que ha retornado a confundirse con el poder en el mando y de los legisladores versallescos que niegan lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresa, una realidad absoluta; una verdad innegable que todos conocemos y sabemos que en México los derechos humanos son pisoteados, los mexicanos somos vilipendiados y sólo existe el discurso oficial de reformas y legislaciones populistas.

La declaración precisa y valiente del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Zeid Raád Hussein, quien la expresó aquí en nuestro país el pasado miércoles, como respuesta a las declaraciones de la presidencia de la república en las que se negaban los hechos de violación de las garantías para los seres humanos, resultan vergonzantes para los mexicanos, pero no contra el funcionario internacional, sino contra los malos funcionarios que se niegan a aceptar la realidad; él proclamó lo siguiente: "Ha sido una sorpresa para nosotros cuando el relator especial de la ONU sobre tortura, Juan Méndez, al publicar su reciente informe sobre México, fue sujeto de virulentos ataques personales por parte de algunos políticos a pesar de que la prevalencia de la tortura ha quedado establecida. Desafortunadamente esta intolerancia ante la crítica pública también se ha manifestado en reacciones a otros informes internacionales más recientes sobre México".

La falta de respeto a los Derechos Humanos por las autoridades de todos los niveles está llevando a la población a la desesperación y a repetir esa actitud linchando a delincuentes menores y soñando hacer justamente eso con los delincuentes oficiales encumbrados en el poder político. Además de los asesinatos de ciudadanos, de periodista también están los candidatos de diversos partidos y las desapariciones, amén de robos, secuestros y otras tropelías constantes. El ejemplo cunde y el malo, como la plaga, se extiende inmensamente. Ya existen muchos ejemplos de "justicia por su propia mano"; totalmente indeseables; varios conocidos e infinidad no publicados que generan otra cifra negra, una más de las diferentes que se están escribiendo en un México carente de un estado de derecho, en el que priva la ley del machete, del más fuerte o al estilo del oeste americano.

Se siente el actual gobierno humillado por los resultados de las investigaciones internacionales o más bien le falta humildad para reconocer que en México existe pérdida de poder policiaco y que es incapaz de imponer el poder del estado de derecho y rescatar el alto valor de la dignidad de la persona humana. Entonces busca chivos expiatorios que purguen sus culpas y los encuentra entre quienes vienen de fuera a enseñarle cómo hacer justicia al interior.

Sigmund Freud consideraba el hecho de matar al mensajero como "un caso marginal de defensa para enfrentar lo insoportable" Es transferir las culpas propias a otra persona; es desplazar el yerro propio a un receptor diferente al responsable; es evadir la carga del tropiezo; es un acto asociado con actitudes agresivas y sumamente punitivas; es producto de una sensación de pecado y disgusto contra sí mismo, que urge desconocer. Al castigar con una severidad feroz al mensajero, en realidad están viviendo un reflejo que corresponde a la magnitud de la propia culpa proyectada.

Más grave aún en materia de derechos humanos es cuando vemos la paja en el ojo ajeno… Criticamos acremente los asesinatos ocurridos en Egipto contra mexicanos totalmente inocentes a manos de un grupo radical y exigimos reparaciones; enviamos delegados gritones y amenazamos. Perfecto, muy bien; pero ¿y en el México de Tlatlaya; Ayotzinapa y tantos otros crímenes de estado? ahí no vemos el tronco que penetrando nuestro ojo obstruye plenamente el cerebro. Utilizamos contra quienes desde fuera vienen a decirnos que estamos mal el descuartizamiento: el cual es más que un castigo físico ya que, al ser desmembrado el cuerpo y sus partes repartidas en diferentes lugares, no se podrá "resucitar" y su alma también se perderá; así queremos castigar a las organizaciones defensoras de los derechos humanos: descuartizándolas en su dignidad y credibilidad.

Finalmente sólo me asalta una duda: ¿Por qué la nota del alto comisionado de las NU que había ocupado los titulares de las primeras planas de los principales diarios el jueves pasado, por la noche desapareció en las publicaciones virtuales y el viernes el tema prácticamente se olvidó? ¿Será que Tigranes ahora se desemPEÑA como crítico de noticias funestas en esta administración federal?

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