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METÁFORA CIUDADANA

MÁS ALLÁ DE LA ÉTICA Y EL DERECHO

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

-¿Quién mató al Comendador?

- Fuenteovejuna Señor.

Lope de Vega (1613)

Charles Lynch, fue un juez estadounidense quien en 1780 ordenó la ejecución de una banda de fieles a la corona británica (lealistas), sin dar lugar a juicio. Esa acción, basado en su apellido, dio lugar a esa palabra que hoy utilizamos; pero las acciones de ese acto cruel, ilegal, antiético e inhumano son muy anteriores a su bautizo.

Después de la Guerra de Secesión, en los estados del sur, el terrible Ku Kux Klan se dedicó a linchar a hombres de raza negra, justificando su acción con acusaciones, en su mayoría falsas, de violación a mujeres blancas, un crimen imperdonable; en el "Viejo Oeste" debido a la inestabilidad social de las comunidades, los linchamientos populares a ladrones y asesinos se hizo común, el orden social se convirtió en salvaje convivencia donde privaba la ley del revólver y la voluntad popular ejercía su ley de manera brutal.

Asma recorre México; el ajusticiamiento tumultuario a ladrones, violadores; asesinos y hasta inocentes por parte de la población lugareña, harta del cinismo de políticos y policías y de no contar con autoridades honesta y efectivas. Ejemplos, múltiples: en Quintana Roo por robar doce mil pesos, un individuo recibió golpes y machetazos, la policía no quiso rescatarlo, finalmente de un machetazo fue ultimado. Los pobladores de la comunidad, cansados de sufrir por la delincuencia, ya habían avisado a la policía que lo harían y las autoridades no respondieron. Más ejemplos: en Tláhuac; Cuajimalpa, Tetela del Volcán; Santa María Chiconautla; Naucalpan; en Ecatepec a dos ladrones le sacaron los ojos los pasajeros de un camión que estaba siendo asaltado; la policía guardo silencio absoluto.

Lo más terrible sucedió esta semana en Ajalpan; Puebla, ahí se realizó el linchamiento de dos jóvenes acusados de plagiarios y violadores; los habitantes también causaron destrozos en el Palacio Municipal y robaron las armas de la Policía Municipal; ahora se ha buscado demostrar que ambos ajusticiados eran inocentes, trabajan en recolección de encuestas. En algunos mercados laguneros, cuando los locatarios capturan a un ladrón, cansados de la impunidad que priva en Coahuila, antes de entregarlo a la policía le dan su "calentadita" y lo dejan para el "arrastre" según sus propias palabras.

Hoy México es un estado promiscuo donde se confunden en el lodazal de la corrupción autoridades y delincuencia organizada; por ello es imposible que se respeten los derechos humanos que se destruyen al negarse su violación constante y permanente por el estado; ante ello: ¿Qué se puede esperar de la sociedad que aprende, con gran rapidez esa lección? Esta actitud insensible del ejecutivo federal es un claro retroceso al porfirismo, donde sin juicio previo se penaba sin piedad según palabras del propio dictador: "Empezamos castigando el robo con pena de muerte y apresurando la ejecución de los culpables en las horas siguientes de haber sido aprehendidos…". "Éramos duros. Algunas veces, hasta la crueldad. Pero todo esto era necesario para la vida y el progreso de la nación…" estas conductas eran propias después de las dos grandes guerras contra Estados Unidos y Francia; sin embargo, no dejaban de ser crímenes de estado; lo eran entonces y lo siguen siendo ahora; pidamos justicia y castigo para los culpables; pero empecemos por las corruptas autoridades y que de ahí se derive hacía la población hambrienta de justicia, paz y seguridad.

Si aceptamos el principio jurídico: ; entonces todo linchamiento es un crimen de estado; me explico: el motivo de que el pueblo ajusticie es porque no existe un gobierno honesto con una policía eficaz que persiga y castigue los delitos, por ello los vecinos creen su deber tomar la justicia en sus manos; así pues, la comunidad harta de la impunidad que permite el gobierno, actúa contra los malhechores ajusticiándolos popularmente: por lo tanto, ante esta autoridad inexistente, ante un estado fallido, surge la furia popular y se concluye que todo linchamiento, al ser culpa de un estado que no puede otorgar garantías al pueblo, este debe tomarlas con sus propias manos, convirtiendo dicho acto en "crimen de estado". Injustificable desde cualquier ámbito en que se le mire, pero cien por ciento explicable ante las actitudes irresponsables y hasta de complicidad del gobierno. Prueba de esta ineptitud es la negativa sistemática de las autoridades acerca de la realidad de los crímenes y daño al tejido social; esa actitud es caldo de cultivo que nutre la desesperación de la ciudadanía y la orilla a buscar justicia por su propia mano; decir que: "no debe generarse alerta entre la ciudadanía, ni alarma" cuando se suceden balaceras y matanzas en áreas públicas y las personas tienen que huir despavoridas, para que luego la autoridad les llame casi casi "mitoteros" no abona en nada a la credibilidad del funcionario, máxime cuando él viaja en vehículo blindado con grupo de escolta, ello se traduce como: "exponte Tú, yo me cuido, pero no te preocupes". Decir eso es engasolinar las llamas de la desconfianza.

¿Qué sentirá un policía honesto al lanzar golpes y gas lacrimógeno al padre y familiares de una víctima cuando, enardecidos por justa furia, intentan linchar a un delincuente? Ellos creen que están ejerciendo Justicia popular; y muchos alegan que si la voz del pueblo es la voz de Dios, ajusticiar a los delincuentes es prácticamente "justicia divina"

Buscando una explicación a esta terrible situación que viven hoy nuestras sociedades nos preguntamos: ¿Qué deshumaniza al ser humano?; ¿Qué lo lleva nuevamente a destruir en público a personas como en la barbarie? Crisis de valores, de principios, de convivencia. Podemos asegurar que cualquier crisis incluye el desorden de un equilibrio, de una armonía antes existente entre las partes integrantes de un todo. Toda crisis es al mismo tiempo una advertencia. El ser humano tiene que tener fe en algo, tiene que tener un ideal que le impulse, estimule y llene de esperanza. Sobre todo tiene que tener algo que amar para amar a los demás. Los seres humanos preocupados por un problema buscan sinceramente soluciones y acuden a medios de distinta índole, de esa forma acomodan los principios éticos a "su modo de ser", así justifican un actuar que antes no era ético o jurídicamente correcto, pero ahora si tiene sentido su actuar. La misma crisis de la autoridad la toma como criterio en un relativismo ético intencional o cómodo muchas veces procedente de la ignorancia moral. Lo más terrible de toda esta situación es el aplauso, el apoyo moral y las felicitaciones que los verdugos populares reciben de la comunidad; basta leer algunos cibernautas que comentan las noticias de linchamientos para ver la alegría que les embarga y el entusiasmo con que incitan a todo el pueblo a seguir realizando estos actos salvajes e inhumanos. Algo muy profundo debe cambiar en esta sociedad y somos nosotros mismos en muchos aspectos, ante todo, conciencia social y compromiso ciudadano.

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