¿Por qué tienen que
sufrir los justos?
¿Y por qué puede
triunfar el mal?
Job actuaba como sacerdote y ofrecía sacrificios a Dios para pedir perdón por sus pecados y los de su familia; era un hombre justo e irreprochable, había sido bendecido grandemente por Dios y por lo tanto era blanco perfecto para Satanás.
Un día se reunió Dios en el cielo con Satanás a quien le dijo: ¿Han visto a mi amigo Job? No hay nadie en la tierra tan bueno como él. ¡Tiene gran temor de ofenderme y se aparta del mal!
- Satanás le dijo: "Es que has tratado demasiado bien a Job. Le concediste enorme cantidad de animales, y de personas. Así cualquiera se porta bien". "¡Pero permite que se le acaben sus riquezas, y verás cómo se portará de mal!".
- Y Dios dijo a Satanás "Te concedo permiso para que lo ataques en sus bienes, en sus animales y personas que le sirven. Pero cuidado ¡A él no lo vayas a tocar!".
Satanás atacó a Job, sin tener razón alguna, sólo para volverlo en contra de Dios; quería probar que Job lo adoraba no por amor, sino porque Dios le había dado mucho.
En la primera prueba Job pierde a su familia y sus posesiones, pero reacciona positivamente hacía Dios, al reconocer su soberana autoridad sobre todo lo que Él le había dado.
La segunda prueba fue provocarle a Job un sufrimiento físico muy doloroso para probar su acusación original de que sólo adoraba a Dios por egoísmo.
Y eran tales sus angustias y los desprecios que le hacían, que cuando amanecía exclamaba: "¿Cuándo anochecerá para que no me desprecien ni se burlen más de mí?". Y cuando anochecía decía: "¿Cuándo amanecerá para que no me atormenten más las pesadillas y espantos?". Y todo esto le sucedía, siendo él tan santo.
Sin embargo, con todos esos males, Satanás no consiguió que Job se retirara ni se burlara de Dios, permaneció siempre fiel a él. Pasada la prueba y vencido Satanás, Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido; lo bendijo nuevamente y le concedió miles de animales y abundantes cosechas. Contrajo nuevas nupcias y tuvo diez hijos. Sus hijas fueron las mujeres más bellas de su tiempo. Job tuvo una larga vida. Vivió hasta los 140 años. Y conoció hasta sus tataranietos; murió en feliz ancianidad y lleno de alegría y paz.
Cuando leo este libro de la Biblia, pienso con tristeza en el pueblo mexicano, lo comparo con Job y reflexiono: ¿Porqué al inicio del cuarto lustro del siglo XXI, se reviven una vez más las crisis recurrentes que soporta el pueblo mexicano?; siempre en la historia mandataría priista.
A días de llegar a la mitad de su celestial mandato, en el Olimpo mexicano ubicado en el monte Los Pinos, se reunieron el dios sexenal acompañado del arcángel hacendario con ángeles y diablos para acordar poner a prueba al pobre y noble pueblo, y como dioses apuestan a los mexicanos y las riquezas del país; tal como lo hizo Yahveh con los bienes, la familia y la salud de Job. Pueden hacerlo que se consideran los dueños del país; con base en sus reformas estructurales, estrepitosamente fallidas, pero muy publicitadas, deciden entregar, entre otros bienes al petróleo, así como las telecomunicaciones y la educación popular. Santa Anna ya quedó superado, ya existe un vendedor de México más efectivo y actual.
Con la finalidad de ser positivo y soñar con un futuro promisorio, busco y rebusco una excepción y no la encuentro plena, apenas pequeños resquicios en las décadas de fin de siglo XIX, pero hasta ahí. En pleno tercer milenio siento que los males nacionales se han incrementado; que la pérdida de bienes es mayor, que las riquezas naturales de este noble pueblo se están entregando para ser saqueadas, y ahora, sin siquiera una lágrima canina porque el dios actual es insensible.
Se nos anuncia o amenaza, ya no sé la diferencia; con que las reformas estructurales del actual régimen apenas empezarán a fructificar, y me pregunto: ¿Para quién? Porque con el mismo tenor se nos informa que "Deberemos ajustarnos el cinturón" a partir de 2016, que la crisis mundial…, que los conflictos económicos de Estados Unidos…, que el presupuesto base cero… que la "carabina de Ambrosio"… nos están afectando.
Un mexicano común y corriente por espacio de cuatro a cinco décadas se ha pasado su vida apretándose el cinturón, con deudas atosigantes porque los intereses en México son excesivos, en comparación con otras naciones; los jubilados que no lo son de las empresas gubernamentales con una mísera pensión, mientras que políticos alevosos en pocos años de levantar el dedo y dormir durante las sesiones se retiran con millones de pesos y privilegios inmensos. Lo que sí, es que hoy, los pobres en México son cada vez más y lo mexicanos pobres viven en la miseria; el país si se está moviendo, pero a un precipicio.
Luego se nos quiere convencer de la bondad de la devaluación del peso frente al dólar; es exactamente lo mismo que si Herodes buscara convencer a las madres judías del gran favor que les hacía asesinando a sus hijos recién nacidos.
Si a nivel nacional la crisis es impresionante, en Coahuila la deuda moreirista nos ahoga, aún y cuando se nos diga que ese ya no es tema, y en Torreón se realizan gastos excesivos en áreas no prioritarias; la nómina crece con amigos de las autoridades, los pagos por un defectuoso e inacabado sistema de alumbrado público se dispara injustificadamente; cierto que es válido y muy valioso invertir en centros recreativos populares, ahí si tienen sentido; pero ¿No sería preferible crear otras dos jaboneras en lugar del teleférico? No será mejor terminar el Hospital Municipal y concluir la ciudad DIF en lugar de ornatos políticos que solamente sirven para usarlos como escalón político.
Ante esas posibilidades que podrían beneficiar a la población humilde, bien vale la pena calibrar la frase: "Cuando la desesperación alcanza niveles cósmicos, la herejía se convierte en bendición" y ya existe mucha desesperación en gran número de mexicanos.
