Paul Alexander recibe la visita de Linda Elliott, socia de su ciberclub rotario. Alexander es una de las pocas personas que necesitan un pulmón de acero para respirar.
La mayor parte de la vida de Paul Alexander había transcurrido en un pulmón de acero y no conocía Rotary en absoluto. Sin embargo, recientemente, en Duncanville, Texas, se reunió para tratar de negocios con una persona que resultó ser rotario. Fue entonces que se enteró de la denodada lucha que Rotary libraba contra la enfermedad que lo había dejado casi completamente paralizado.
"Fue como descubrir otro mundo", afirma Alexander, quien ejerce la abogacía en Dallas.
Alexander contrajo la poliomielitis durante uno de los brotes que se produjeron en EE.UU. a finales de la década de los 50. Tenía sólo seis años y hubiera muerto en el hospital si no fuera porque un médico observó que no podía respirar y lo puso en un pulmón de acero, una especie de tanque metálico hermético en el que queda encerrado todo el cuerpo del paciente, excepto la cabeza, y éste respira a intervalos regulares por presión de un mecanismo de presión de aire. Alexander es una de las pocas personas que en la actualidad sigue utilizando uno de estos pulmones. Desde que se extendió el uso de la vacuna antipolio a comienzos de los 60, disminuyó radicalmente la necesidad de estos aparatos de más de 360 kilos.
En octubre, Alexander se afilió al Ciberclub Rotario del Distrito 5810, en una ceremonia de instalación celebrada en su propia casa, con la asistencia del presidente de Rotary Gary C.K. Huang mediante conexión en línea. Alexander está escribiendo y libro sobre su experiencia y quiere ser embajador de Rotary, para promover las ventajas que supondría la erradicación de la polio.
CON SUS PROPIOS PULMONES
Alexander estuvo 10 años sin salir a la calle, hasta que por sí solo aprendió a respirar sin el pulmón de acero y salir de la casa en silla de ruedas durante hasta ocho horas.
"El primer día fuera de mi casa fue extraordinario", recuerda.
Con mucho esfuerzo, Alexander estudió derecho, se graduó de abogado en la University of Texas y ahora ejerce la abogacía en casos civiles y penales.
Se comunica con un teclado de computadora y un teléfono móvil que utiliza con un palillo plástico que sostiene en la boca. En los tribunales cuenta con asistentes y raras veces se desplaza lejos de su casa. Dondequiera que vaya lo acompaña el pulmón de acero, equipado con ruedas.
LA CONEXIÓN ROTARIA
Aunque su padre presidió el Club Rotario de Dallas en los 60, Alexander no se acuerda. Su vínculo con Rotary comenzó al conocer a Alexander Peralta, socio del club de Duncanville. Peralta informó al respecto a Bill Dendy, gobernador del Distrito 5810, quien inmediatamente decidió que Alexander protagonizara un video sobre la erradicación de la polio y un equipo del ciberclub del distrito se encargó de rodar la entrevista.
"A partir de ese momento lo visitaba a diario", afirma Dendy. Un día le pedí que se afiliara a Rotary, y le aclaré que se trataba de un ciberclub, cuyas reuniones se celebran en línea".
Desde que se unió al club, se convirtió en uno de los oradores más solicitados de la comunidad rotaria de Dallas. Además de hablar en numerosas reuniones de clubes, intervendrá en la próxima Conferencia de distrito. El Club Rotario de Waxahachie, dedicado a construir rampas para sillas de ruedas, construyó una rampa especial para que Alexander pudiera transportar su pulmón de acero al hospital o durante períodos más prolongados.
"Para mí significa mucho formar parte de esta organización", expresó Alexander en una reciente comunicación telefónica. "Lo estoy pasando muy bien y me vienen a la mente muchas ideas. He conocido mucha gente que verdaderamente se interesa por mí y otras personas".
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