Un hombre se puso a construir una escalera
Puso un peldaño, luego otro, y un tercero.
Conforme iba subiendo iba poniendo más peldaños. Jamás cesaba en su tarea: No descansaba de día ni de noche. Peldaño tras peldaño subía en su escalera; todo lo iba dejando abajo, muy abajo; su único afán en la vida era hacer más elevada su escalera.
Cierto día lo asaltó un pensamiento: ¿A dónde iba a llegar con su escalera? Jamás se le había ocurrido hacerse esa pregunta.
Se puso a pensar, allá, en lo alto, y concluyó que su escalera no lo llevaría a ningún lado.
Quiso bajar, pero no pudo: Estaba tan arriba que el vértigo y la soledad le impidieron el regreso.
Allá está todavía ese hombre, solo, en lo alto de esa escalera que se pasó la vida haciendo y que no lo llevó a ninguna parte.
¡Hasta mañana!...