El hombre inventó el hacha de piedra.
Inventó la rueda.
Inventó el arco y la flecha.
Luego inventó la brújula, el telescopio, la imprenta.
Y el Señor se inquietó.
-¿Qué te preocupa? -le preguntó el Espíritu.
Contestó Dios:
-El hombre está inventando demasiadas cosas.
El Espíritu lo tranquilizó.
-No te pongas celoso -le dijo-. A ti ya te inventarán los teólogos.
¡Hasta mañana!...