El humo de las ofrendas que hacía Abel subía al cielo y llegaba hasta el Señor.
En cambio el humo de las ofrendas de Caín se arrastraba por el suelo.
Envidioso, Caín le dijo a Abel:
-Salgamos al campo.
Abel fue con Caín, y éste dio muerte a su hermano.
Según el Génesis el Señor reprobó aquello y condenó a Caín a sufrir amargas penas.
La verdad es otra.
Al ver lo sucedido el Señor suspiró y dijo:
-Lo que hizo Caín estuvo mal, pero la verdad es que Abel ya me tenía harto con el humo de sus ofrendas. La contaminación que provocaba me irritaba los ojos y me hacía toser.
¡Hasta mañana!...