A esta señora del Potrero los vecinos le dicen "La pinta".
Se lo dicen a sus espaldas, desde luego, pues ella no conoce el remoquete, y si lo conociera seguramente se encalabrinaría. Pero toda la gente le dice así: "La pinta".
Ella misma se ganó el apodo. Sucede que está muy orgullosa de su origen. Afirma que aunque no lleva el apellido desciende de los Peña, primeros pobladores de Ábrego, dueños de aquellas tierras extensísimas y aquellos ganados incontables. Hace notar lo rubio de sus cabellos, lo claro de sus ojos, la blancura de su tez, y luego manifiesta con orgullo:
-Díganme la pinta.
Eso significa: "Díganme a quién me parezco". La gente, sin embargo, obsequia lo que parece ser su deseo y le dice "La pinta".
Cosas de ingenio peregrino se ven y se oyen en el Potrero de Ábrego. Yo me río de ellas. Doña Rosa, la mujer de don Abundio, menea la cabeza y me dice: "De qué poco se ríe".
¡Hasta mañana!...