Cuando caminas por la playa el mar se acerca a verte.
Tiembla por el deseo de tu cuerpo. El ruido de sus olas es rabia y es lamento porque no te das a él.
Luego yo veo el mar en tus pupilas, y hay en ellas una mirada de reproche.
Por la noche me convierto en mar y mi oleaje te acaricia. Tú te entregas con el abandono de una mujer que se suicida. Te tomo suavemente, igual que el piélago toma a los que mueren en su seno, y eres en mí la muerte, y eres en mí la vida.
Ahora es la mañana. Otra vez vas por la playa. Te mira el mar, y yo me acerco para verte. El océano me amenaza con sus olas, y yo acudo a su desafío. Por ti soy capaz de luchar con él.
Y ahí estamos los dos rivales frente a frente, el mar y yo, mientras tú vas por la playa alzando en alto tu belleza para que la contemple el mundo.
¡Hasta mañana!...