Esta niebla llegó tan de repente que el día se sorprendió.
Brillaba el Sol a pleno Sol. El cielo desplegaba su bandera azul y un viento tibio acariciaba a la mañana. Y de pronto la bruma.
Yo venía por la vereda, Terry, aquella por la que tantas veces caminamos tú, perro, y yo, extraño bípedo. De pronto el sendero se me perdió entre la neblina, y en ella se diluyeron las cosas familiares: El nogal grande, el cerrito que llaman de la Virgen, el arroyo de aguas blancas.
Recordé que cuando eso sucedía y estabas tú conmigo yo no sentía inquietud. Ahora que estás en mí como un recuerdo me entra la zozobra cuando extravío el camino. Pero te vuelvo a ver delante de mí, tranquilo, mirándome como si me dijeras: "No tengas miedo: Si tú no ves nada yo lo veo todo". Y entonces vuelvo a estar en paz.
Ya no te puedo seguir como antes, perro mío, pero puedo seguir tu recuerdo. Hoy lo seguí y me llevó a la casa. En la niebla del tiempo los recuerdos nos llevan al hogar.
¡Hasta mañana!...