Adán era obediente a los mandatos del Señor. Cuando éste le ordenó que creciera y se multiplicara, el hombre buscó de inmediato a Eva para cumplir el mandamiento.
La mujer, sin embargo, le dijo:
-Esta noche no. Me duele la cabeza.
Lo mismo sucedió una y otra vez. Eva decía siempre:
-Esta noche no. Me duele la cabeza.
Así, Adán crecía cada noche, pero no podía multiplicarse.
Un día el hombre se cansó de aquella situación. Fue con el Padre y le pidió:
-Señor: ¿no podrías crear el Tylenol?
¡Hasta mañana!...