El niño elevó su cometa por la escala del viento de febrero.
Había llovido, y un arco iris perfecto se miraba en la concavidad del cielo.
El niño dirigió su cometa al arco iris e hizo que se enredara en ella. La trajo de regreso, y sus manos se llenaron de colores.
En esa misma forma el niño ha pescado estrellas, nubes, rayos de Sol. Tiene todo eso en una caja que esconde abajo de su cama. Cuando nadie lo ve abre la caja y juega con sus tesoros. La habitación se llena entonces de luz estelar o de esplendor de día. A veces una nube pasea por el techo.
Ahora el niño le ha puesto a su cometa un hilo más largo.
Todas las noches sale al jardín de su casa.
Está esperando que haya luna llena.
¡Hasta mañana!...