Ha llegado, lento, y se ha sentado en una banca mientras todos a su alrededor se afanan y agitan.
Acerca algo al oído y escucha atentamente.
Sus ojos se cierran mientras él oye lo que le dice aquel extraño objeto.
Un paseante se acerca.
-¿Me deja escuchar a mí también?
El hombre le alarga el objeto. Con atención el paseante trata de oír algo en él.
-No se escuche nada, -dice al fin.
-Se oye el mar, -contesta el otro.
Y vuelve a tomar el caracol marino.
El paseante se aleja murmurando:
-Está loco.
¡Hasta mañana!..