Llegó sin anunciarse y me dijo:
-Soy el rojo.
Le pregunté:
-¿Cuál de todos los rojos es usted? Porque los hay de todas las especies: Números rojos, cuentos rojos, obispos rojos, focos rojos, glóbulos rojos, políticos que dicen que son rojos.
Respondió:
-Yo soy sencillamente el color rojo; el mejor de todos los colores.
-Perdóneme -le dije-. Ningún color es mejor que otro. Son diferentes, eso sí. Cada uno de ellos tiene su color.
Al oír eso el color rojo se puso rojo. Le comenté:
-Ahora es usted más rojo. Pero tampoco eso significa que sea el mejor.
Ya no me dijo nada. Se alejó mascullando no sé qué. Iba rojo.
¡Hasta mañana!...