Eva comió la manzana, y luego hizo que Adán comiera de ella.
El Señor había puesto la tentación, pero los castigó por haber caído en ella. Los expulsó del paraíso terrenal.
Adán se puso triste. Eva, en cambio, se alegró.
Preguntó el hombre:
-¿Por qué comiste el fruto prohibido? ¿Por soberbia? ¿Por maldad?
-Nada de eso -respondió ella.
En seguida le mostró a Adán la infinita variedad de hojas que había en la naturaleza: La hoja de la higuera; la de la parra; la del encino, el sicomoro, el roble. Luego le dijo:
-¿Crees tú que iba yo a dejar de probarme todos esos vestidos?
¡Hasta mañana!...