Entró San Virila en una iglesia. Ahí un pintor estaba dibujando la imagen de la muerte. Le había puesto una guadaña: Con una guadaña solían los artistas representar a aquella que corta la vida de los hombres igual que el segador corta la mies.
San Virila le dijo al pintor:
-Quítale esa guadaña y ponle en su lugar una llave. La muerte nos saca de esta vida, es cierto, pero sólo para llevarnos a otra. No somos cosecha que se recoge para ser consumida: Somos semilla que se siembra para fructificar de nuevo. No hagas de la muerte algo temible; haz de ella algo amable. La muerte es parte de la vida, y como tal merece que la tratemos con amor.
El pintor no entendió muy bien lo que el santo le decía, pero lo obedeció. Terminada su obra retrocedió unos pasos y la contempló. En efecto, pensó, San Virila tenía razón: La muerte no es guadaña que corta: Es llave que abre la puerta de una nueva vida.
¡Hasta mañana!...