LLEGÓ SIN PREVIO ANUNCIO Y ME ESPETÓ:
-Soy el número uno.
Me lo dijo con tono de arrogancia, como si en verdad fuera el número uno.
Yo sospecho siempre de quienes se creen el número uno. A veces dicen eso porque sufren un complejo de inferioridad. Conocí en cierta ocasión a uno que decía ser el número uno y era en verdad el 22 mil 132. Al parecer sus padres lo habían maltratado cuando niño, y eso le había afectado en tal forma la autoestima que tenía que compensar su número.
No obstante eso felicité al que decía ser el número uno. Si en verdad aspiras a ser bueno debes hacer sentir a todos aquellos con los que tratas que son el número uno, aunque no lo sean. Después de todo tú tampoco eres el número uno.
¡Hasta mañana!...