El discípulo del poeta le mostró el hai kai que había hecho: "Libélula.
Quitadle las alas.
Una brizna de hierba".
El poeta escribió en la misma hoja: "Una brizna de hierba.
Ponedle alas.
Libélula". El joven quedó maravillado. El cambio hecho por su maestro hacía que el poema tuviera más belleza. Le preguntó: -¿Cómo hiciste eso? Respondió el poeta: -Yo no lo hice. Se hizo solo. Dudó el discípulo: -No entiendo.
Dijo el maestro: -La poesía no se busca: Se encuentra.
¡Hasta mañana!...