En mi ciudad también hay jacarandas.
Una florece en el jardín de la antigua Escuela "Miguel López". Cada vez que en estos días paso por ahí el árbol me sonríe con su sonrisa color de jacaranda.
Color indescriptible es ése que pone quietudes en el alma. Si las banderas de todas las naciones fueran color de jacaranda no habría guerras en el mundo. De ese color, pienso, ha de ser la palabra de Dios.
Anoche soñé que una mujer se convertía en jacaranda. La mirada de sus ojos me siguió en el sueño. Cuando desperté a la luz del día el recuerdo de su color permaneció conmigo durante todo el día.
Ahora me dispongo a dormir.
Espero soñar que un árbol de jacaranda se convierte en mujer y.
¡Hasta mañana!...