LLEGÓ SIN ANUNCIARSE Y ME DIJO:
-Soy el número uno.
Lo miré de arriba abajo. No tenía trazas de ser el número uno. Pensé que podría ser cualquier otro número -el 2, el 100, el 15,214- que se había disfrazado de número uno a fin de hacerse pasar por él.
Le pregunté:
-¿De veras es usted el número uno?
Vaciló antes de responder:
-En verdad no lo sé. Pero me gustaría serlo.
Le dije:
-Cuando lo sea regrese y dígame: “Ahora sí soy el número uno”.
No se molestó conmigo. Entendió que para ser verdaderamente el número uno primero hay que esforzarse mucho. Actualmente se está esforzando. Y yo estoy esperando al verdadero número uno.
¡Hasta mañana!...