MIRA A ESTE COLIBRÍ.
Míralo, porque dentro de una milésima de segundo ya no lo verás.
Velocísima flor, instante alado, el colibrí está y luego ya no está. No sé si lo que ahora estoy mirando es el colibrí o el recuerdo del colibrí.
Dios hizo al colibrí, y con el barro que le sobró hizo al mundo con todas sus criaturas.
Yo amo a esta ave que casi no es un ave, sino un viento, un espejismo, una imaginación. Cuando el colibrí se va de la flor, la flor ni siquiera sabe si el colibrí estuvo ahí.
Imagen del amor y de la vida, el colibrí es efímero. El más tenue hilo del aire podría aprisionarlo. Procuro no pensar en él, porque aun el peso de un pensamiento podría derribarlo. Le veo venir y vuelvo la vista a otro lado para no lastimarlo con los ojos.
Ahora el colibrí me está mirando, y dice para sí con tono de piedad: "¡Qué pequeño es, y qué frágil!".