YO QUIERO AL PIRUL PORQUE NADIE LO QUIERE.
Tiene muy mala fama. La gente del Potrero afirma que en sus ramas se posan las brujas en forma de lechuzas. Bajo su fronda nada crece. Su leña no arde bien en las cocinas; su humo hace llorar. Una leyenda cuenta que cierta tarde bochornosa Jesús buscó su sombra, y el pirul alzó su ramazón para no dársela. El Señor maldijo al árbol, que desde entonces quedó infamado para siempre.
Este pirul nació él solito en el centro del huerto de los durazneros. Don Abundio iba a cortarlo, pero yo le pedí que no lo hiciera. Ahora el árbol es alto y copudo.
Rezonga don Abundio, sombrío: "Ese árbol nomás pa' ahorcarse es bueno".
Yo lo dejo decir. Cuando ni el viejo ni el buen Jesús me están mirando voy al pirul, pongo mis manos en su tronco y le digo: "No hagas caso". En horas de dificultad miro al árbol y creo oír que me dice: "Tú tampoco hagas caso".
¡Hasta mañana!...