¿TE ACUERDAS, TERRY?
Íbamos los dos, tú mi perro, yo tu señor, por el campo que llaman de Rivera porque en un tiempo perteneció a un hombre apellidado así, y aquí, a diferencia de lo que sucede en la ciudad, los nombres y los hombres no se olvidan.
Te detuviste de pronto, la vista fija en un punto. Luego me dirigiste una mirada como diciéndome: "¡Cuidado!". No te entendí, y seguí caminando. Corriste y me empujaste hacia atrás. Fue entonces cuando vi la serpiente de cascabel que se escurría entre la hierba.
Anoche volví a vivir en sueños ese día. En el sueño te dije: "Gracias, Terry: Me salvaste de la muerte". Me respondiste tú: También te doy las gracias. Tú me salvas de esa otra muerte que se llama olvido".
Salvémonos los dos, amado perro mío. Para eso estamos en este mundo, tan parecido al de los sueños: Para salvarnos los unos a los otros.
¡Hasta mañana!...