El Señor hizo al hombre.
Después, cuando ya tuvo práctica y podía hacer mejor las cosas, hizo a la mujer.
¡Qué hermosa le salió! Si hubiera existido entonces el Premio Mundial de Arquitectura el Creador lo habría ganado con esa obra. La mujer era la más bella de todas las criaturas. Su agraciado rostro, su enhiesto busto, sus redondeadas caderas, sus bien torneadas piernas, todo era la síntesis de la perfección.
Pasó un tiempo, y cierto día Adán comió la manzana movido por la incitación de Eva.
El Señor le dijo al Espíritu:
-¡Te gané la apuesta! ¡El hombre cayó primero en la tentación!
¡Hasta mañana!...