Tengo un amigo de nombre Jaime, Jaime, Jaime se llama, y se apellida Jaime.
Diosito bueno le dio un precioso don: El de la música. Comparte ese regalo con la compañera de su vida y con un grupo de alegres camaradas que saben también de la canción y el verso. Alguna vez, en uno de mis viajes a Sonora, en Ciudad Obregón, compartí con ellos una noche de bohemia, y guardo de aquellas horas un gratísimo recuerdo.
Ese grupo de magníficos cantores y excelentes músicos nos entrega ahora una nueva muestra de su talento y su sensibilidad. En este disco hay arte y hay inspiración. Quien lo oiga escuchará voces e instrumentos, pero oirá sobre todo el pulso del amor y de la fe.
Quien ama a los niños, a los animales y a la música no puede ser malo. Estos artistas sonorenses nos imparten con sus interpretaciones el doble sacramento de la belleza y el bien. El autor de todas las cosas bellas y buenas les dará su premio.
¡Hasta mañana!...
