LLEGÓ EL COLOR ROJO Y DECLARÓ:
-Soy el mejor color.
Los demás colores se molestaron y se fueron.
Ya no hubo otro color: Quedó en el mundo solamente el rojo.
Al principio el color rojo se sintió feliz. Todas las cosas eran rojas: Rojo el cielo, roja la hierba de los campos, rojo el mar... Eso lo enorgullecía mucho.
Al poco tiempo, sin embargo, se aburrió. A donde volvía la vista no veía más que rojo.
No sólo se aburrió: También se sintió solo.
Entonces llamó a los demás colores y les pidió perdón. Les dijo:
-Ahora sé que no hay un color que sea mejor que otro. Todos los colores somos distintos, pero todos somos iguales.
Es cierto.
Entre los colores, lo mismo que entre los humanos, en la diferencia está la igualdad.
¡Hasta mañana!...