A mi padre no le gustaba ir al cine. Decía:
-Duermo mejor en mi cama.
Sin embargo, nos llevaba siempre a ver las películas de Tarzán. Le agradaban porque en ella salían animales de África: Elefantes, leones, cebras... Él, cazador devoto, había leído libros como "Cien días de safari", de Julio Estrada, y disfrutaba el ambiente selvático de aquellos filmes.
Un día, después de haber visto "El hijo de Tarzán", le dije a mi papá que quería hacerle una pregunta.
-Dime -respondió él.
Le pregunté:
-¿Por qué Tarzán no tiene barba?
Se desconcertó mi padre, y le dijo luego a mi mamá:
-Este niño va a tener problemas. Hace demasiadas preguntas.
No se equivocaba.
¡Hasta mañana!...