El Señor puso en el huerto del Edén el árbol de la ciencia del bien y del mal. Para probar a Adán y Eva les prohibió comer su fruto.
Desde tiempo inmemorial las tentaciones han sido para caer en ellas, y el hombre y la mujer cayeron en la tentación.
El Padre, entonces, los expulsó del paraíso.
Al principio, debo reconocerlo, Adán y Eva andaban tristes. Eva, sobre todo, se preocupaba por la discriminación que sufrirían las de su sexo a causa de su culpa. Porque fue ella quien primero cedió a la tentación. La mujer siempre ha sido la primera en todo.
Al paso de los días, sin embargo, nuestros primeros padres conocieron los deleites del amor. Olvidaron al punto su tristeza, y Eva dejó de lado su preocupación. Cuando celebraban el amoroso rito se decían, felices:
-Este paraíso está mejor que el otro.
¡Hasta mañana!...