Todos los artistas son un poquito Dios, y Dios es el mayor de los artistas.
Por eso cuando Dios creó a la mujer lo hizo con el espíritu con que un artista crea su obra.
-Voy a poner en la mujer -se dijo- algo que sirva de inspiración a los pintores y a los escultores. Algo que sea deleite de los hombres. Algo que haga surgir ensoñadoras fantasías. Algo que sea símbolo de vida y fuente de belleza perdurable. Todo eso será el propósito fundamental de lo que pondré ahora en la mujer.
Así dijo el Señor, y puso en la mujer aquel encanto que había imaginado para ella.
La contempló con aire de artista satisfecho. Y ya para irse añadió:
-Ahora que lo pienso, esto podría servir también para que las mujeres alimenten a sus hijos.
¡Hasta mañana!...