OÍ UNA HISTORIA INTERESANTE.
Sucede que dos muchachos andaban de parranda a medianoche, y acertaron a pasar frente al panteón del pueblo. Por divertirse decidieron entrar y seguir bebiendo entre las tumbas.
Saltaron la barda del cementerio y empezaron a hacer brindis chocarreros a la salud de los difuntos.
En eso oyeron un extraño ruido que los hizo callar. ¿Eran pasos? ¿Acaso un alma en pena vagaba por ese sitio funeral?
Iban a salir corriendo cuando vieron a un hombre de mucha edad que con martillo y cincel trabajaba en una lápida. Le dijo uno de los parranderos:
-¡Qué susto nos dio, señor! ¡Pensamos que era un aparecido!
-Perdónenme, jóvenes -respondió el anciano-. Salí a corregir mi nombre en la lápida de mi tumba, pues lo escribieron mal.
Lo más probable es que la historia no sea cierta.
Eso es lo que la hace interesante.
¡Hasta mañana!...