Picasso terminó de pintar el retrato de una mujer joven.
-¡Ahora sí! -le ordenó a la muchacha-. ¡A parecerse!
Oscar Wilde dijo algo más que una boutade cuando afirmó aquello de que no es el arte el que copia a la naturaleza, sino la naturaleza la que copia al arte. Los hombres empezaron a admirar los crepúsculos sólo hasta que los pintores empezaron a plasmarlos en sus telas.
Los artistas -sean poetas, músicos o pintores- tienen el don de ver ahí donde los mortales comunes no miramos. Son ellos los que nos revelan la belleza que de otro modo nos pasaría al lado sin mirarnos, y sin nosotros verla.
Llenen ellos el mundo con su arte -cántenlo, tóquenlo, píntenlo- y luego ordénenle:
-¡Ahora sí! ¡A parecerse!
¡Hasta mañana!...