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MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

San José es la figura más humilde del portal. En las antiguas pinturas de la Natividad aparecía siempre al fondo de la escena, inadvertido casi. La mulita y el buey, junto al pesebre, ocupaban mejor lugar que él. Y es que su presencia -pensaban los anónimos artistas- podía poner sombras humanas en la maternidad divina de María.

Por eso es grande San José: por su humildad. Sin palabras él también le dijo al Padre: "He aquí el esclavo del Señor; hágase en mí según su palabra". También él creyó en lo imposible; de su fe y de su amor emana su grandeza.

Ni la fe ni el amor son ceguedad. La fe ayuda a ver lo que no se puede ver; el amor mira más allá de lo que los ojos alcanzan a mirar. Este santo señor San José, tan invisible y silencioso, supo amar y supo creer. En eso, en el amor y en la fe del que sabe esperar, están las raíces de la santidad.

¡Hasta mañana!...

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