Termino de escribir este artículo poco antes de tomar un avión a Tijuana. Al hablar con la gente me doy cuenta de que la tragedia del vuelo 4U 9525 del 24 de marzo, en que 150 personas murieron en los Alpes franceses, ha generado renovados temores de muchos sobre la seguridad del transporte aéreo. A lo ocurrido con el Airbus A320 de Germanwings hay que sumar la desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines el 8 de marzo de 2014 o el derribo del MH17 de la misma aerolínea el 17 de julio de 2014.
Las afirmaciones en abstracto de los especialistas en el sentido de que la aviación comercial sigue siendo muy segura no generan confianza. Quizá sea por el hecho de que volar no es una práctica natural del ser humano. El hecho es que prestamos mucha más atención a las muertes en avión que a las de otras formas de transporte.
2014 fue un mal año para la aviación comercial. Se registraron 863 muertes por accidentes de aviación, más de cuatro veces las de 2013, cuando hubo 188 (airfleets.net). Los números, sin embargo, varían mucho año con año ya que un solo accidente puede provocar cientos de muertes. En las últimas décadas hemos registrado extremos que van desde solamente dos víctimas en 1984 a 1,179 en 1996. Pero antes de que nos aterremos ante estas cifras, y en particular frente a la de 2014, vale la pena recordar que según la Organización Mundial de la Salud en 2010 hubo 1.24 millones de muertes en accidentes de carretera.
Desde siempre ha sido más seguro volar que viajar por carretera. A pesar de que el número de vuelos aumenta con rapidez, como consecuencia de una disminución en los precios relativos de los pasajes, la seguridad de la aviación comercial aumenta con rapidez.
En la actualidad se calcula que un pasajero promedio puede viajar todos los días durante 123 mil años sin sufrir un accidente mortal. El riesgo de muerte para un pasajero es, desde otro punto de vista, de uno por cada 45 millones de vuelos. Si a usted le parece que incluso esto es un riesgo alto, déjeme comparar la situación con otras formas de transporte.
La probabilidad de morir como ciclista en Estados Unidos (país en el que hay mayor respeto por el ciclista que en México) es de uno en 4,982. Para un motociclista el riesgo sube a uno por cada 907. Aunque parezca que no hay nada más seguro que caminar, la probabilidad de morir como peatón es de uno en 749. La de morir en un automóvil sube a uno en 415. En contraste, la probabilidad de morir en un accidente aéreo, aun si se incluye la aviación privada, mucho más peligrosa que la comercial, es de sólo uno en 7,299 (BusinessInsider, 9.7.13).
Hay otras formas de comparar la seguridad de los distintos medios de transporte. La aviación comercial registra 0.003 muertes por cada 100 millones de millas pasajero. Los autobuses comerciales tienen una cifra de 0.05, más de 10 veces superior. Los trenes de pasajeros registran 0.06. Los automóviles son mucho más peligrosos: con 0.61 muertes por cada 100 millones de millas pasajero.
El que sea más riesgoso caminar en una acera o conducir un automóvil que volar en un avión comercial no debería convencernos de quedarnos encerrados siempre en casa. También es peligroso estar en el hogar.
Los medios de comunicación tenemos parte de la culpa del irracional miedo a volar ya que prestamos una gran atención a los accidentes aéreos, pero rara vez ponemos la información en contexto. Si lo hiciéramos no habría tanta gente que pensara que es más peligroso volar que salir a caminar en las aceras.
Por lo pronto yo me estoy subiendo al avión con confianza. Lo más probable es que llegue sano y salvo a Tijuana. Si mañana lee usted mi columna, habré sobrevivido a mi vuelo.
MORIR EN PLATAFORMA
Dramático en cambio es el accidente de ayer en la plataforma petrolera Abkatún en la sonda de Campeche. Tengo la impresión de que Pemex sufre más accidentes mortales que otras petroleras. Sería saludable que la paraestatal diera a conocer las cifras comparativas.
Twiiter: @SergioSarmiento