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Nadie les cree

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

El marido llega borracho por enésima ocasión a casa. Jura a su mujer que ésta sí es la última vez, que cortará a las malas amistades, que ahora sí todo cambiará. Le pide que lo acepte nuevamente. La mujer no le cree, las frases han sido mil veces repetidas. Por supuesto, antes del siguiente fin de semana, la historia se repite.

Creerle a alguien es un acto de confianza, le llamamos credibilidad. Esta es la cualidad que tiene una persona de ser creíble, que merece o se ha ganado la posibilidad de ser creído. No tiene que ver con lo afirmado, por eso es posible que alguien diga la verdad y no le creamos. Lo contrario también sucede, creemos lo alguien dice, aunque lo dicho no tenga fundamento.

Este gobierno, en los tres niveles, ha cometido ya muchas acciones, que hasta parecen seguir el esquema planteado en un mal guión, para generar una falta total de credibilidad, tan grave que tiene ya visos de drama.

Se anuncia el más grande ciclón de todos los tiempos, las fotos del satélite, tan mucho más a la mano en esta época que en ninguna otra, mostraban una amenaza sólo comparable a la generada por el "Katrina", el más terrible huracán en tiempos recientes. Se crea una sensación de emergencia nacional, el presidente anuncia que se hará cargo personalmente de las operaciones. Los gobernadores se dicen alertas y mandan mensajes de protección a la población. Se crean albergues de emergencia. Las 'redes sociales' se llenan de advertencias y hasta oraciones al todopoderoso para pedir clemencia. Repentinamente el huracán toca tierra, se desvanece y no pasa nada.

Claro, la polémica se genera. Que fue una alarma artificialmente generada para recuperar justamente la credibilidad gubernamental tan deteriorada por los acontecimientos en estos años. No, que además de la evolución propia del fenómeno meteorológico, la sociedad se pudo organizar eficazmente, fruto de los aprendizajes sociales en las más recientes catástrofes.

Y es que la burra no era arisca, decían nuestros abuelos. Un día y de repente, "El Chapo" Guzmán, el más peligroso capo de la mafia, se fuga del penal de alta seguridad, el Altiplano I, por segunda vez. Ya se había fugado, en 2001, del penal de Puente Grande, escondido en un bote de lavandería. Quién cree que este peligroso sujeto escapa a través de un túnel de 1,500 metros, construido en un penal de 'alta seguridad', en secreto y sin que nadie se diera cuenta.

Y como caricatura, hay una tercera fuga. La DEA, el aparato de inteligencia antidrogras de los Estados Unidos, pone todos los elementos para identificar el lugar donde se encuentra escondido este sujeto, en Tamazula, Durango. Hasta ahí va la Marina, pero "El Chapo" Guzmán ya no está ahí.

Uno más, la carretera Durango-Mazatlán, verdadera obra de ingeniería mexicana. Se calcula costó alrededor de 30 mil millones de pesos, 12 duró su construcción, recorre 230 kilómetros en un terreno particularmente accidentado. Son de presumir las soluciones de puentes atirantados y túneles. El año pasado se puso en operación, pero ahora se anuncia que tiene fallas estructurales, que se contempla seriamente la posibilidad de su cierre. No hay responsables, nadie va a la cárcel.

En escándalos locales competimos sobradamente. Hace tres años nos enteramos que el estado de Coahuila había acumulado una deuda de 36 mil millones de pesos. Deuda que luego de ventajosas negociaciones del gobierno estado sólo necesitará 30 años para ser pagada.

De risa si no fuera tan dramático. El municipio de Torreón ha contratado un sistema de alumbrado que se dice resulta cinco veces más caro que el de Saltillo. Las mismas condiciones, la misma necesidad, la misma solución.

No tenemos escapatoria, aunque bien sabemos que la historia tiene por lo menos dos partes. La primera, la dimensión estructural del proceso de transformación del país, ésa ya está en marcha. La reforma económica se realizó en los tiempos señalados. La reforma política lleva años, pero va adelante. La seguridad y la justicia siguen pendientes.

La otra parte, nos corresponde a nosotros indefectiblemente como sociedad. El tiempo llegó, no perdamos la oportunidad. Aprovechemos las reservas morales que tenemos. La democracia necesita demócratas.

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