El 90 por ciento de la cocaína que sale de la región andina, y en particular de Colombia, hacia el exterior se hace a través de la ruta marítima del Pacífico y el Atlántico, de acuerdo con el análisis de las agencias antidrogas de Sudamérica.
El alto volumen en las exportaciones e importaciones que genera la globalización de los mercados, facilita el transporte de la droga utilizando los barcos de carga y a la vez dificulta los controles de las autoridades antinarcóticos de la región.
Estas fueron algunas de las conclusiones a las que llegaron los delegados de los países sudamericanos en la Conferencia Internacional para el Control de Drogas, que se hizo esta semana en la ciudad de Cartagena.
Colombia, Perú y Bolivia concentran el 100 por ciento de la producción de hoja de coca, que es la materia prima para producir el clorhidrato de cocaína pura, en los diferentes laboratorios desde donde sale la droga.
Los narcotraficantes tienen establecido un puente aéreo entre los laboratorios, en zonas selváticas a los centros de acopio en sitios cercanos a los principales puntos de exportación. Este transporte se hace a través de avionetas tipo Cessna.
Cada aeronave de este tipo, según las agencias antinarcóticos de la región, tiene capacidad para transportar 300 kilogramos de cocaína pura, con una capacidad de vuelo de seis horas.
En cada zona donde se instalan los laboratorios, hay una pista clandestina y desde allí se pueden hacer entre tres y cuatro envíos de droga al día, es decir cerca de una tonelada.
Venezuela se ha convertido, según las agencias antidrogas de la región y de Estados Unidos, en centro de acopio estratégico para los traficantes de droga, que desde allí hacen operaciones de sacado de la cocaína vía aérea o marítima por la ruta del Caribe.
Una vez la droga llega a los centros de acopio, opera el transporte terrestre y el marítimo, este último el preferido por las organizaciones de los narcotraficantes, con un mayor movimiento por la ruta del Pacífico y en segundo lugar la del mar Atlántico.
La ruta marítima es el mecanismo que históricamente más han usado los narcotraficantes, y en los últimos años se ha facilitado su uso por el auge del comercio internacional, producto de la multiplicidad de los acuerdos de libre comercio.
El alto volumen de las mercancías que se mueven en puertos, la complejidad para revisar la carga refrigerada o congeladas, el alto calado de los buques para transportar miles de contenedores, hacen difícil las operaciones de registro y control de las agencias antidrogas.
Pero lo grave es que las autoridades solo logran controlar el 2.0 por ciento de los contenedores de la carga que se moviliza y objeto de sospecha de llevar camuflada la droga.
Los narcotraficantes además de camuflar la droga en barcos mercantes de mediano y gran calado, cada vez tecnifican más el semi-sumergible y sumergible para transportar sus cargamentos, utilizando su ruta preferida: el Pacífico.
Las autoridades colombianas alertaron que en la actualidad los narcotraficantes están desarrollando sumergibles con alta tecnología de tal forma que les permita operarlos a control remoto, lo que les garantiza un mayor éxito en sus embarques.
Las agencias antinarcóticos de los países sudamericanos llegaron a la conclusión en la conferencia de Cartagena que cualquier espacio, lugar, es decir todo el buque o la aeronave, se puede utilizar para ocultar la droga para sacarla hacia los principales mercados consumidores.
En este sentido, las autoridades antinarcóticos de Sudamérica plantearon utilizar al máximo la tecnología de punta y la cooperación con información en tiempo real, para enfrentar a los narcotraficantes y su ingenio para sacar la droga desde sus puntos de origen.
Para la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), es vital hacer el principal control en Colombia, Bolivia y Perú, para evitar que salga la droga, porque una vez el cargamento toque tierra en el país receptor, se dificulta su incautación.