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No son los docentes

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Quienes están al frente de las aulas no surgieron por generación espontánea. Son producto del mismo sistema educativo que los colocó en donde están. El problema no son nada más las Escuelas Normales. Como suele ocurrir con la educación superior, éstas reciben alumnos que traen un importante acumulado de deficiencias formativas. Cierto, casi no hacen nada para remediarlas, pero el problema educativo de México es de una naturaleza más originaria. Su raíz está en la concepción misma del modelo.

La historia de la educación en el país es de siglos de imitación. Hemos copiado neciamente lo que "funciona en otros lugares". Han cambiado sí nuestros ejemplos. Hemos ido de Prusia a Inglaterra, y de allí a Francia y de regreso a Alemania; hemos volteado a Norteamérica, a Cuba, a Japón y más recientemente a las naciones escandinavas; siempre bajo la absurda idea de que, "si a ellos les funcionó, por qué a nosotros no".

En el camino de la imitación, nos ha faltado copiar lo único realmente digno de todos esos modelos educativos: ninguno llegó a través de la imitación. Primero entendieron cuál era su problema real y luego crearon una educación pensada en solucionarlo.

En México, no sólo hemos sido incapaces de diagnosticar nuestro problema, incluso hemos trasplantado problemas que no teníamos, que no eran nuestros. Así es imposible construir un modelo educativo acorde a nuestras necesidades. Si el sistema está por los suelos, no podemos esperar que los docentes, por obra y gracia del espíritu santo, sean solución.

Nos molesta que los profesores protesten; pero, a diferencia de otros modelos que decimos imitar, pagamos sueldos de miseria para la mayoría. Nos perturba que exijan sus derechos, pero como sociedad hemos sido incapaces de construirles condiciones favorables para su labor. Nos insulta ver la opulencia de los líderes magisteriales, pero nuestro repudio social se agota cuando entran a comprar a nuestras tiendas, mejor todavía, cuando otorgan a un ser querido unas "horitas frente a grupo".

Estamos en los últimos lugares de educación a nivel mundial. Sólo 9 % de los estudiantes universitarios tiene ortografía; 65 % ni siquiera entiende lo que está leyendo. ¿De dónde saldrán los maestros que hagan la diferencia? Si a lo anterior le sumamos que Emilio Chuayffet, el máximo responsable de la educación en México, no tiene ninguna experticia en la materia, ¿qué podemos esperar?

Aunque lo duden, observando el bosque y no los árboles, lo mejor que tiene el sistema educativo mexicano son esos docentes que, pese a tenerlo todo en contra, hacen su labor de manera extraordinaria y marcan alguna diferencia.

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