Noche de paz y de mucho amor
Ya están aquí los días en que las calles y las casas se iluminan para recibir a la “mejor época del año”, esos días en que la decoración invita al calor a permanecer en los hogares, y sobre todo, el tiempo del año en que los encuentros familiares se hacen posibles. A la par de tan esperada celebración, no se puede evitar que las grandes expectativas de una navidad perfecta, den lugar a cierto nivel de tensión en nuestras vidas.
Según un sondeo telefónico realizado por la consultoría Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), un 42.6 por ciento de los mexicanos afirma que la Navidad no es propiamente una celebración religiosa, sino un pretexto para convivir; como resultado, estas fechas implican un reto para las relaciones familiares.
Por naturaleza, la interacción siempre ha sido una necesidad del hombre pero también uno de sus mayores retos, y cuando se trata de la familia, esto se convierte en un tema más delicado.
En la opinión de la psicoterapeuta familiar y de pareja Azucena Armas Enríquez, hay toda una fantasía respecto a la convivencia familiar en Navidad, una idealización en donde se anhela ser parte de los carteles de una familia perfecta, con una cena preciosa, con muchos regalos debajo del árbol, y más importante aún, donde la tristeza desaparece por completo.
“Entonces no estamos preparados para ver esta dualidad de nuestra vida, no nada más en la época navideña, en la vida cotidiana también”, agrega la psicoterapeuta. En cuanto se aprenda a ver que hay cosas buenas y no tan buenas, la especialista asegura que la fantasía puede disminuir, permitiendo así que se disfrute mucho más de lo que se tiene.
Mezclas peligrosas
Se puede pensar que los conflictos en la época navideña tienen su origen por las fiestas, sin embargo, los problemas tienden a exteriorizarse debido a que este es un tiempo de vulnerabilidad por una serie de factores.
“El alcohol hace que nos distendamos un poco, que nos relajemos y entonces salgan a flote todas las cosas que no nos atrevimos a decir en todo el año”, comenta la psicoterapeuta. Es aquí cuando el anhelo de la reconciliación se convierte en un gran problema porque esta de por medio el alcohol, que precipita y posibilita la manifestación de sentimientos.
“Definitivamente yo he visto y he acompañado familias, en donde les pido que disminuyan el consumo de alcohol en ese momento que están vulnerables, y hemos tenido excelentes resultados”, afirma Azucena Armas.
Otro de los factores que pueden llegar a influir en la aparición de conflictos en Navidad y el resto del año, es la economía. Según la psicoterapeuta, las finanzas están ligadas a los desacuerdos en una familia, pero para ella, tiene que ver más con la educación que tenemos y la manera en la que vemos el día a día. “Si nos salimos de un presupuesto para cumplir con las expectativas de los otros, incluso de nuestros propios hijos, pues la verdad va a ser un grave problema que se va a acarrear por todo el año y no sólo en una fecha”.
En cuanto a la celebración propia de la Navidad y la forma en la que está organizada la familia, la elección de una sobre otra para la festejar estas fechas, pone en manifiesto situaciones que no se hablaron o concordaron. “Volvemos al punto que por ser esta época se nos va a olvidar, pero al contrario, si hay un resentimiento con la familia política, entonces tu pareja no va a querer ir a festejar con ellos y no va a actuar como si nada pasara”, declara la psicoterapeuta.
Para evitar las rencillas y situaciones incomodas, la recomendación es ir hablando a lo largo del año o por lo menos un mes antes sobre la situación que esta incomodando, con el propósito de llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes.
De origen profundo
Mientras que la propia Navidad y la presencia de ciertos factores externos pueden influir para que en esos días de paz se den más discusiones, el psicoanalista Raúl Lara Mazatán afirma que cada persona reacciona ante esta festividad de acuerdo a sus experiencias y a los conflictos que ya se tengan.
En su opinión, el psicoanalista considera que el hecho de que las personas se vean obligadas a participar de esta tradicional celebración, es lo que genera angustia y tensión; algunos de los afectos negativos que tienden a manifestarse en estos días.
“Precisamente es un época del año en que muchas personas se ven obligadas a hacer cosas que no quieren, a hacer gastos, a ver familiares con los que tienen diferencias, pero tienen que hacerlo por la tradición”, comenta Raúl Lara.
El especialista expone que la problemática se encuentra en no poder decir que no, en hacer cosas de forma obligada que después van a traer reacciones de enojo, ansiedad, o alguna otra emoción, ya que de cualquier forma se va a exteriorizar la inconformidad.
“Va a haber personas que para enfrentar las fechas, se la van a pasar todo el tiempo borrachos o comprando de forma compulsiva, esa es su manera de enfrentar conflictos más profundos”, afirma el psicoanalista.
Los conflictos profundos pueden abarcar desde la dinámica familiar hasta un duelo en el que se tenga una depresión crónica. Aparentemente están en calma pero se reactivan en navidad debido a que las fiestas simbolizan la unión familiar y la muerte de algún ser querido se hace más presente.
Para poder sobrellevar estas fechas sin graves consecuencias en el ámbito familiar, el psicoanalista Raúl Lara insta al público a reconocer el problema que se tiene, “No es la Navidad, ni el tío, uno es responsable de cómo piensa, actúa y se siente. Por lo tanto, lo siguiente es pedir ayuda a un especialista, alguien que pueda ayudarlo a desenmarañar ese nudo relacionado con la Navidad, y el malestar que se siente”.
Cambiando de visión
Para la psicoterapeuta Azucena Armas Enríquez, todas las familias tienen conflictos, mayores o menores, pero es algo muy natural. “Todas las familias estamos constituidas por seres humanos que pensamos distinto, y que para llegar a un acuerdo hay que aprender a comunicarnos”.
Lo ideal es que de estos conflictos se aprenda a tener un diálogo y una comunicación que nos ayude a entender mejor al otro y a pasar mejores momentos juntos.
Una de las principales recomendaciones que hace la psicoterapeuta, es aprender a desarrollar nuestra capacidad de observación y con ello conseguir ser más reflexivos. “Luego lo que hacemos es mirar a los otros, ver que mi marido me vio feo, que mi mamá no me cumplió mi capricho, vemos a los otros, pero no lo que hacemos para que mi relación con quien yo decida o me importe sea mejor”, afirma Azucena Armas.
La Navidad es un “renacer personal”, es una posibilidad en donde la vida puede cambiar en la medida en la que uno lo decida y en la medida en que haya un cambio de pensamiento, que es donde se inician los cambios, así lo considera la especialista .
Y para que este tiempo, realmente sea una oportunidad de cambio, hay que autoanalizarse y cuestionarse, ¿qué es lo que sucede?, ¿qué estoy repitiendo?
“Si no quieres hacer una reflexión diaria, puedes hacerla un domingo. Pensar en que cosas me gustan de mi vida, que cosas yo estoy dispuesto a cambiar, quitarle la responsabilidad al otro, este anhelo de que el otro sea mejor y que las cosas cambiaran mágicamente”, dice la psicoterapeuta.
Pequeñas acciones
En el año 2011, la columnista Julia Sweeney escribió para el afamado periódico británico The Guardian, un profundo texto en el que relataba sus navidades con el paso de los años. Empezando por como de niña veía a sus familiares disfrutar de las fiestas con comida y alcohol, hasta que de mayor las costumbres fueron transformándose.
Todo este relato fue una pequeña introducción para lo que ella enumeró como los diez consejos para “sobrevivir una Navidad en familia”. Entre todos ellos, el más llamativo era el de “pretender que todos estaban muertos”, en él, invitaba a los lectores a cerrar los ojos, profundizar en sus emociones e imaginar a sus familiares en sus tumbas. Después de ello, habría que suponer que un hechicero te regalaba una última noche con tus seres queridos, y al abrir los ojos ahí estaban.
Tal vez este consejo es uno de los más extremistas que nos podemos encontrar, sin embargo, coincide de alguna forma con la recomendación de reflexión que hace la psicoterapeuta Azucena Armas, y que se complementa con las siguientes acciones:
Si el año pasado estuve criticando la cena toda la noche, este año voy a agradecer que tenemos algo para comer en la mesa.
Hay familias que no pueden estar juntas y tampoco pueden comunicarse en Navidad. La convivencia por si sola ya es un regalo que hay que agradecer.
Es normal que se sienta tristeza al recordar a un familiar muerto. En lugar de pensar en el vacío que dejó, entre familia, hagan la dinámica de decir que les enseñó y les dio esa persona que ya no esta.
Céntrense en lo positivo, en por qué están contentos de estar vivos y digan qué es lo que agradecen.
Una recomendación especial es hacer una carta de agradecimiento, regalar palabras en lugar de algo material. Es algo inesperado y que puede llegar a tener mucho mayor significado en la vida de la otra persona.